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en este número

kiosko de poesía número 29

Alejandro Pedregosa

Belén Sánchez

Carmen Martín Granados

Daniel Rodríguez Moya

Gracia Morales

Martín Lucía

Natalia Manzano

Pablo Casares

Sergio Manganelli

Ventura Camacho

Alejandro Pedregosa

ATARDECER EN LA PLAYA DE RIANXO

 

La tarde era sombría

y una playa minúscula

como yo nunca habría imaginado

nos ponía de acuerdo en lo más básico:

el ruido de las olas guarda un bosque

y era verde el color del horizonte.

 

Yo me quedé dormido

porque a veces la vida te concede un deseo.

 

Tus muslos me aguantaban la cabeza

porque sabes sin duda

                                     la altura de mis sueños.

 

Entonces el invierno hizo un amago

y el bar se quedó sólo

como aquellos dos cuerpos en la orilla

que ya no eran los nuestros.

 

Belén Sánchez

CARPE DIEM

A  José Cantabella

 

PORQUE tus palabras son

la temprana sonrisa de los días

y tu sol deslumbra las venenosas

soledades,

aprovecharé mis dolores,

venceré el mandato de la purpúrea muerte

de recordar el polvo y la nada,

atravesaré la lluvia y la pereza

hasta ti, desde el invierno.

 

Carmen Martín Granados

 De septiembre

 

La habitación cuenta el verano

con luz de septiembre

y teme.

La ventana ya no asoma al calor

de esta ciudad donde han vivido solos

todos nuestros besos.

Y teme.

La luz anuncia la mudanza

de los que no quieren moverse

porque el espacio no devore,

y temen.

Otro filo y otro inicio, amor,

otoño en las cuencas de las manos,

batir de alas al caer la tarde,

y llueve.

 

Daniel Rodríguez Moya

TEMPORADA DE LLUVIAS

 

 

Ya no temes la noche como cuando eras niña.

 

Ahuyentas los fantasmas

con naturalidad,

como amanece siempre.

 

También hoy ha llovido.

La calle, que es de barro y de pisadas,

de tormenta que insiste

y asoma por las mismas cordilleras,

se ha llenado de charcos.

 

Es día laborable

y nada extraordinario:

la caída de un ángel en la playa,

la llegada de John, el marinero

que prometió su vuelta a Lidia.

 

Por un momento vuelves la mirada,

te detienes

en busca del que espera

sentado bajo el quicio de una puerta

por la que ya no pasas.

 

Mañana volverás a ver la lluvia.

Es cuestión de rutina y de pronósticos.

 

Gracia Morales

 Sentido de la orientación

 

Por mi mal sentido de la orientación,

mis problemas de lateralidad y mi despiste,

puede ocurrir que a veces

despierte sobre la cama incorrecta,

que me coloque los párpados del revés

o me meta en unos zapatos ajenos

y no sepa doblar los pies por dentro.

 

Por mi incapacidad para medir distancias

acostumbro a situarme

delante o detrás del espacio previsto,

un paso a la derecha o a la izquierda,

y amanezco preguntando a los taxistas

cómo tengo que colocar el mundo      

para regresar a casa.

 

Martín Lucía

Ingravidez

Murieron los relojes.

Las manecillas silenciaron.

No se oyó voz alguna.

Solo el silencio,

ese silencio que vale

por todo lo que dice,

más que por lo que calla.

Me senté en tus ojos

y olvidé el susurro del alba.

 

Natalia Manzano

 Todos los lugares del mundo

 

                                                  Al hombre que imaginé

                                                  en tus ojos

 

Parecías pertenecer

a todos los lugares

del mundo,

cuando callabas.

 

Tenías los ojos nórdicos,

la piel eslava,

el pelo toscano,

la espalda mediterránea,

el vello gaélico,

las caderas normandas,

los huesos espartanos,

las rodillas italianas,

los pies árabes,

las manos griegas,

 

el cuerpo de la misma tierra

donde el sol ilumina

las desiertas playas

y las casas encaladas,

cada atardecer dorado de otoño,

 

y la sonrisa mágica,

como las gentes del lugar

donde el gélido hielo cubre las aguas,

y junto al fuego se cuentan

leyendas y cuentos.

 

Eras todas las culturas,

  todas las lenguas,

  todos los pueblos,

  todas las cosas

  que las gentes comparten:

 

  la rabia, el afecto,

  la alegría, el desengaño,

  la vida, el deseo,

  el orgullo, la palabra,

  el paso vagando por la tristeza.

 

Merodeando por la certeza

de una búsqueda inacabada,

eras donde siempre quise morar,

cuando callabas.

 

Pablo Casares

 TODOS A LA VEZ

 

 

 

Sí a la familia.

Sí a los amigos.

Sí a los conocidos.

Sí a los compañeros de trabajo.

Sí al quiosquero y al zapatero.

Sí a los de la puerta de al lado.

Sí a ti.

 

No a todos a la vez.

 

Sergio Manganelli

 

 

La patria

es un café

al que desciende,

bajo un fragor de lluvia,

estremecida,

su plena luz

de arcángel suburbano,

florida de castaños,

desvelada de augurios

y urgencia metafísica.

 

A trocarme ese absurdo

rebaño de la pena

por guiños y candiles,

verdad perecedera,

parábolas de musas

y viajeros,

o ayudarme a cruzar

a través suyo,

salvar de sur a norte

las barricas.

 

Hasta la incierta hora

en que gravita

el aura de la ausencia

entre sus labios,

y el vaho del amor

fermenta los silencios,

en la borra

de un pocillo

abandonado.

 

Ventura Camacho

 [10]

 

 

Ya no revuelves la ropa
buscando aquella vieja blusa
que te sentaba tan bien,
ya no desprecias el alba,
ni la pleamar,
ya no te sientas junto a la radio,
ni empiezas a llorar,
ni formulas deseos en cadena,
ni te lavas los pies
sentada en tu silla de mimbre
mientras rezas al invierno
que el frío no te alcance
desnuda en la cama.