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kiosko de poesía número 28 |
Grecia
El mar golpea insistente y sin culpas la arena blanca de esta tarde gris que tu conviertes en transparencia. Tendida y abandonada junto a mis manos, el aire se empecina cobarde en alborotar mis cabellos y las páginas de un libro que ya no recuerdo. Por la noche, vendrán los amigos, el vino silenciará nuestras culpas y nos hará sentir más cerca de todo. Grecia es para mí ese mar común y el verso de quien nos sabe cómplices de otoños, también una puesta de sol, el mismo sol, y la terrible felicidad de saberse hombre, de no querer nada más que este mar, y tus manos, y la mirada serena y firme del Poseidón de Artemision frente a mí.
Justo ahora, que si hay ganas no es entonces, justo los lunes menos cuarto y aún sales perdiendo, que si te dije, ya no digo ni quiero saber. Justo en esta tarde de octubre a las puertas de febrero, cuando los molinos relojes de viento, cuando el poniente mete el mar en el alma. Justo en el instante que no percibes, tarde soleada, paso lento en Macondo, pienso que quizá y la vida empieza con su canto, engranaje de cuentos y de peros, calambures de poetas.
(Mapas en los pies, Vitolas del Anaïs, número 28)
LOS FUSILADOS
Nunca serán felices. En las tapias, las fosas, los cristales, cavan la tierra torpes los traidores. Nunca será feliz quien no ha llorado, quien no ha mirado el río de la melancolía.
Sus fantasmas confunden las ciudades, los traidores confunden banderas con palabras, y ríos, ríos, ríos, todos los ríos guardan un ahogado.
Nunca serán felices mientras el aire escupa. La tierra, nutrirán la tierra, igual que tantos muertos que sacudieron almas, tanto dolor detrás de un nombre solo, tanto dolor detrás, tanto dolor.
Y las almas armadas sacudirán los bosques, los desérticos bosques, no hay lugar sin piedad. Debajo de los árboles ahora crece la hierba, quiere agarrar las nubes por encima del tiempo, los suburbios del barro arrastrarán raíces.
Los hombres, desquiciados, cerrarán las ventanas de sus casas y rezarán.
Pero nunca, nunca serán felices.
(Los niños de Managua, Vitolas del Anais, número 26)
FATIGAS
La bruma de un sedoso pasatiempo se disuelve entre fatigas. Nadie puede pensar modestamente en armar su descanso en otro sitio. Esa vaga sensación que filtraba nuestras voces es ahora un oscuro sedimento. Un recuerdo vidrioso en cada noche apretando nuestros párpados cansados.
REGRESO PARA CELEBRARME
He sumado todos estos sauces y el resultado es infinito. Entre suma y suma se han desplegado un sí de brazos y una ausencia de gente y una claridad de deseos. Todo lo escrito lo llevo dentro. Crecen las manos como girasoles libres de horas; fijas ya como el vuelo de un cernícalo bajo su presa. En los parques juegan los muchachos, se achican ilusorios en su luz, se abren en círculos hasta mi pecho. Yo sigo mi suma; quiero, sencillo, perdurar alegre en esta alegría.
MEMORIA
Qué sería de mí sin ti, memoria Mía de lo que fue y de lo que pudo Ser, caprichosa compañera inquieta, Siempre dispuesta a darme un buen susto Con tu infantil espíritu de cría Traviesa y consentida; qué sería De mí, memoria, sin tu risa Contagiosa y tu cálida presencia, Sin esas juguetonas carantoñas Con las cuales te burlas de mi enfado Que –si al principio irritan mi paciencia- Poco a poco me doman el humor Y me templan el ánimo cansado Por tanto amor a la deriva. A estas Alturas de mi vida he aprendido A aceptarte como eres, vanidosa, Apasionada, zalamera, aunque Tú pretendas cambiar ciertas costumbres Sin las que yo sería otro bien Distinto; he aprendido a respetar Tus silencios, a no buscarte cuando No quieres que te encuentre Porque –cuando estás triste- es mejor Dejarte en paz, a solas con tus cosas, Entretenida en la ingente tarea De no hacer nada, concentrado tu esfuerzo En comprender el techo de tu estancia. A veces te da por sacar los trapos Sucios, por ofenderme sin razón Con tu ironía dolorosa; entonces Lloro calladamente, como un niño A quien regañaran por un jarrón De porcelana que él no ha roto, Y escondo la cabeza en la almohada, Y diluvias recuerdos que me calan Los huesos de raíz, y descubro goteras Dentro del corazón, más hondo aún; Y te excusas, y ofreces tu paraguas Y tu pañuelo, y una a una secas Mis lágrimas, y cómo Te mortificas por ser tan injusta, Tan ingrata, tan mala Conmigo. Y luego llegan tus arrullos, Tus caricias, tus mimos, tus cuidados, Y con cuánta facilidad me azoras Con tu destreza en el cariño, cómo Me enternece tu arrepentimiento; Y la ropa mojada por la lluvia Hace sentirme limpio, compasivo, Y te entiendo y reprendo sin rencor, Y de qué reconciliación gloriosa Somos capaces, qué entrañable herencia De piedad derrochamos con generosa mano, Flor ya casi desnuda, flor ya casi En flor de abrazo sin espina. Sin ti yo no soy nadie, Poco más que un aljibe seco. Yo soy porque tú me haces Día a día desde hace mucho tiempo: Nunca, nunca será tan hermosa esta luz Trémula todavía de indulgencia.
PAISAJE LUNAR
Qué otra cosa mejor puedes no hacer Rosendo Palma
Sé que conseguiremos agua azul y se abrirá el cielo para ofrecernos sus almíbares en la noche de hoy. Voy a salirme de esta charca. Quizá en otro momento volveré descalzo. Aún quedan aguas que batir y calles que pisar y espaldas desnudísimas como la tuya.
Quédate adormecida un corto espacio para que yo te mire. Qué otra cosa mejor puedes no hacer. Has colgado en el cielo encajes negros. Guardas las olas de un mar lento en tu baúl vacío.
Tengo mis ojos llenos de los tuyos, no veo nada más. Sóplame , susurraste.Rozas la luz de la vela para que yo te mire. En tu cuello el lunar reverberaba. Desbordada su tinta, por tu piel resbalaba un cauce añil.
MIÉNTEME. AMOR
Los aires llevan mentiras y el que diga que no miente que diga que no respira (soleá)
Miénteme, amor, engaña cuanto quiera tu boca niña pérfida y traidora. Degüéllame la voz que hora tras hora llama a tu puerta abierta y embustera.
Embáucame, mi amor, hiere certera. Traspasa el corazón que te atesora, destrózalo en tu mar depredadora y tiñe con mi sangre su ribera.
Sin dignidad me arrastras seductora a tus plantas. Has hecho prisionera, como botín de guerra, la sonora
salada claridad del que quisiera poder odiarte, pero que te adora, olvidarte por siempre, aunque te espera.
Quizás en torrentera la noche llueva bálsamo y la aurora apague los rescoldos de esta hoguera.
PREGUNTAS DESDE EL OTRO LADO DE LA COCINA
¿Cuál es la temperatura de un país? ¿Cuánta sal hay que echarle, y cuánta azúcar, para que esté en su punto? ¿Debe hervir un país o debe cocinarse a fuego lento? Y, sobre todo, quién se atreve a probarlo y decir: ‑Está ya listo. Traigan sus platos, por favor, y buen provecho.
(Tierra a la vista, Vitola del Anaïs número 28)
LA MUJER DE TUS OJOS
Hombre de pies desnudos en la madera, dulzura de horizonte libre de fábricas, corazón de olivar bañado de atardeceres, que esboza noches llenas de enredadera: la mujer que se esconde en tus ojos, es parte de la belleza que al mundo entregas.
Tantas veces la vi junto a ti, hermosa y libre, pasar con las horas suaves abrazando sus tobillos como anémonas.
La chica que tu mirada alberga doblega muros, desata cuerdas, desnuda, y con fuerza grita vida sin mover los labios mata demonios y brotan estrellas del barro más pobre y cegado.
Me mira desafiante y me aterra no poder salvar jamás la distancia que nos separa hecha de latido de piedra.
(Poemas sin número, Vitola del Anaïs número 31)
POEMA 12
Jamás reconocemos la verdad que revela la locura hasta que no ha pasado el tercer día.
Como si la muerte llevase entre sus manos una navaja abierta con tu nombre sólo por el placer de recordarte.
Porque me tocaste y tus manos blancas, sagradas, se impregnaron de mi olor, anudaste un corazón a mi espalda, latieron tus dedos al compás del silencio, todo tacto recorriendo un espacio demasiado breve, como un tiempo detenido en el límite borroso de tu piel y mi piel.
La voz quieta de un paseo conocido fue fiel a los desvelos que presiente la mañana; duda la memoria cuando reconoce un asomo de paz sobre los hombros.
Quiero tus manos de virgen hermosura para tocar los recuerdos y tu nombre.
(De puertas para afuera , segundo premio en el XVI certamen Andaluz de poesía “Villa de Peligros”, abril del 2001)
VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE BAUDELAIRE
Tendidos en la noche, en imposible calma, como cadáveres que abrazan el silencio después de un accidente -los miembros ateridos, la carne azul y negra del impacto, el líquido de frenos resbalando en los muslos-, somos máquinas que duermen su temor a sí mismas, su deseo, su muerte amortiguada.
(Transformaciones, Vitola del Anaïs número 29)
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