principal

colabora contacta

Contador de visitas a la página

kiosko de poesía

hemeroteca

en este número

kiosko de poesía número 26

Enrique Nogueras

Ignacio García Medina

Javier Gil Martín

Luis Carlos Mendías

Luis García Montero

Natalia Lozano Sanders

Natalia Manzano

Natalia Ruiz de Almodóvar

Pablo Casares

Pilar Mañas

Rafael Correcher

Raúl Quinto

Solana

 

Enrique Nogueras

IV

                                                                                              A Jesús, Miriam y Carmen

Torres de la memoria, miradores,

 

altos puentes, sentidas melodías

y callejuelas y cafeterías

rostros perdidos en los ascensores,

barcazas por el río, libros, flores

almas extraviadas en tranvías,

muchachas dulces y pastelerías

y antiguos y barrocos resplandores,

qué racimo de dones, qué alborozo

mapa de prometidas claridades

has de traer, Lisboa, nuevamente

a quien tanto te amó, conjuntamente

del pasado, el futuro, las verdades

y del amor y del olvido el gozo.

 

(De Los Pliegues de la Rosa, Vitola del Anaïs, número 22)

 

Ignacio García Medina

 

SUR

 

Rechinan Engranajes

del suelo que pisamos

 

y no importa

si debajo

 

duerme la misma gente

que hubiera hace años

 

y no importa

pues siempre

 

existen perdedores

meros desheredados

 

y no importa

si sostiene

 

su tierra seca cuando

sur levanta los brazos

 

y no importa

si se cansa

 

porque sur no responde

porque nunca responde

 

Javier Gil Martín

 

DESPUÉS DEL RITO DEL AMOR O VERSO ARQUEADO

 

 

 

                     Arquease el Mundo como el Gato se arquea.

Arquease el Gato como se arquea el Mundo.

 

 

 

Luis Carlos Mendías

 

ME TENDRÁS SIEMPRE

 

No te vayas, amor, tan pronto, espera.

No vuelvas la locura de querernos

por la locura de que no te quiera

Rafael Alberti

 

¿Quién construyó en tus ojos la tristeza

cual arquitecto fúnebre de intriga?

¿Quién me prohíbe que a tu lado siga

e inunda de tormentas tu cabeza?

 

Dime cómo llegó a tu sentimiento

esta locura muerta en sinrazones.

Deja que hable tu alma; no coacciones

el derramado grito que alza el viento.

 

Si te acusan de haberme traicionado

y te hieren miradas como insultos

no sufras por quien no puede ofenderte.

 

Que yo seré sapiente y eternado

zahorí de tus deseos más ocultos

y guardián de tu vida hasta mi muerte.

 

 

Luis García Montero

 

MADRE

 

Dentro de nada,

cuando me den permiso

las estúpidas fieras de mi tiempo,

cumpliré una palabra que nunca me pediste.

Te llevaré a París.

 

Porque tal vez, entonces,

en los Campos Elíseos

o en las aguas del Sena,

con Notre Dame al fondo o con la Torre Eiffel,

veré de nuevo el brillo

más joven de tus ojos,

la luz adolescente

que baja del tranvía

con bolsas y comercios y saludos

y poco más de veinte años.

 

Hoy te recuerdo así,

como los días sin colegio,

bandera hermosa de un país difícil,

lluvia delgada de los sábados.

 

Nunca guardaste mucho para ti.

Ni siquiera una noche,

una ciudad o un viaje.

Tu tiempo se sentaba en nuestra mesa

y había que partirlo como el pan,

entre tus hijos y tu miedo.

Seis veces el temor

a que la enfermedad, el vicio o la desgracia

se quisieran sentar en nuestra mesa.

 

No vayas a salir, a dónde vas ahora,

hay que tener cuidado

con los amores y las carreteras,

deja ya la política

o la gruta del lobo.

Y sin embargo

lo que no te atrevías a pedir

duerme en el corazón de cada uno.

 

Porque el amor se hereda

como un abrigo sin botones,

y a mí me gustaría acompañarte

por los pasillos del museo,

más obediente y repeinado,

para encontrar en la Gioconda

el sueño y la sonrisa

de un carné de familia numerosa.

 

Te llevaré a París

o a la ciudad que duerme

en la taza de te de tus meriendas,

con tu cristalería

de familia burguesa

y más aspiraciones que dinero,

con tus dientes manchados de carmín,

con tus estudios de Filosofía

y Letras, je m`apelle

Elisa, j`ai cherché

la lune, la mer, la vie,

la pluie, mon coeur,

y todo se interrumpe.

 

Sólo somos injustos de verdad

cuando sabemos que el amor

no pasará factura.

Pero el cauce sin agua

también puede llegar a desbordarse,

como los ríos de Granada,

y a tu lado me busca

esta vieja nostalgia de ser bueno,

de no ser yo,

de conocer al hijo que mereces.

 

Te llevaré a París. En mi recuerdo

has aprendido algo

de lo que te olvidaste en la vida:

pedir por ti, andar por tus ciudades. 

 

(De Palabras de Familia, Vitola del Anaïs número 14)

 

Natalia Lozano Sanders

 

(silencio)

el silencio me roza
las espaldas y la incertidumbre
de si es el silencio quien me roza
o es el vacío de

(...)

el silencio engaña y encubre
mi despecho

sensualmente
en susurros
se enrosca sobre

(...)

ahora es mi mujer
es el silencio
mi mujer

más de treinta años de
palabras de arma y herida
en mis oídos y

(...)

ahora mi mujer
me frota con un paño los oídos
me limpia con cariño sus insultos
me besa tierna la frente
y en el silencio
aún puedo escuchar su venganza

 

Natalia Manzano

 

LA HELADA

 

un frío irracional

cada vez que callabas

con precisión

milimétrica

 

ese grito de uñas

                creciéndote

por las raíces del pelo

 

y pensaba en silencio:

 ¿puede

sentirse en la piel

el miedo de otro?

 

                y sonreías

                llenándome de escarcha.

 

Natalia Ruiz de Almodóvar

 

II

 

Tengo una flor  que viaja

intuitiva, a mis adentros

hacia aquellas profundidades

que desconozco ( y aún mas)

que me dan miedo, incluso

que las flores de tu casa,

regresen descalzas a mis orígenes

ya olvidados, por aquellos

valses que jamás bailamos.

 

Esta flor polizonte de tus palabras

y de las horas que rondan tu reloj

capricho, de la claridad de hace días

hace tam-tam en las venas

que recorren mi cuerpo y cabeza

porque Confucio sabía lo que decía

pero…¿qué haría yo

sin no cayese en la esperanza

Y en mi silencio?

 

Pablo Casares

 

COARTADA

 

Que yo no

estuve allí.

 

Tampoco pudieron

verme esperándote

en el portal.

 

Que yo

no te llamé.

 

Tampoco tu

contestador

pudo recoger

mis ruegos.

 

Que yo no fui

quien te amó.

 

Pilar Mañas

 

CERTEZAS

 

Los locos y los sabios las han visto

y saben a café, calzan zapatos rojos,

salen de fiesta, obscenas

duermen bajo los puentes

y huelen a podridas

flores de primavera.

 

Ratas viejas,  las certezas.

 

Rafael Correcher

 

EL CORAZON DEL SOLDADO

 

No conoces la mano

que empuña ese metal frágil

que te atraviesa

pero sientes la angustia que rebosa

en tus ojos,

derramándose

como la sangre,

manchando con densidad

la luz que nace

cada vez que respiras

sobre la cama.

 

Con cierta voluntad de resistencia

sujetas, bajo los límites de tus mejillas,

el camino de sal que tan afanosamente

has elaborado, pero es difícil

lágrima a lágrima

dar solidez a la amargura.

 

Clavas las uñas sobre una piel

que no responde,

y tus labios lloran un suplicio de marfil.

 

Arriba una luz, como sol abierto,

ilumina el corazón roto del soldado.

 

Raúl Quinto

 

REFLEJO HUNDIDO

 

Pudo ocurrir de esta manera:

tu calle desnucada

en el delirio de la lluvia,

una luz improbable

negándose a sí misma,

dos sombras ahogadas

definiendo los cuerpos,

proyectándolos.

 

Un abrazo suicida

anocheciendo la ciudad,

para este amanecer

con el desierto entre los ojos,

para todos los nombres

equivocando su silueta,

para ser lo que somos

en el fondo

destructor de la lluvia.

 

(De Pétalos caídos, Vitolas del Anaïs, número 21)

 

Solana

 

SIN NOMBRE NI NADA

 

Me sobrecogen los cables en su abrazo

Como hiedra trepadora en los ladrillos

Hoy la humedad tiene hasta belleza

Dibuja formas en la fachada vieja

Y olas de tejas recortan el cielo

Cerca de los pimientos tendidos como besos

Las persianas hoy no me parecen tan sucias

Ni las cortinas tan horteras

Si supiera que decir con esto

Tendría una buena idea para un poema

Pero sólo miro por la ventana

Sin pensar

Con ojos transparentes

Y las gafas puestas