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kiosko de poesía número 22

Alvaro Salvador

Álvaro Tato

Ana Gorría

Anuk Kann

Aurora Pintado

Belén Sánchez

Crespo

Danilo

José Ángel García

Juan Carlos Friebe

Luis García Montero

Luis Carlos Mendías

Pedro Javier Martínez

Pepe Ramos

Teresa Gómez

Tito Alvarado

 

 

Alvaro Salvador

EPITAFIO PARA UN POETA PASADO DE MODA
 
Si alguna vez la fama le faltó
a cambio tuvo felicidad de sobra.
 
(de 4 haikus y un epitafio, Vitolas del Anaïs nº 10)

 

 

Álvaro Tato

HEROIDA 2017

 

Fui programada hermosa, dulce y suave

para el fugaz descanso del varón

que lanza rayos más allá de Orión

desde la hostil torreta de su nave.

 

Llegaste tú, terrible, amargo y grave.

Mientras luchabas con marcial tesón

yo te esperaba insomne en la estación

rezando: que la guerra nunca acabe.

 

Vuelve a tu mítica Tierra lejana,

vuelve a tu mundo y a tu esposa humana,

mi amor atrás, tu vida por delante.

 

En esta ingrávida estación vacía

ya no te espero y me hace compañía

mi hueco corazón de replicante.

 

Ana Gorría

CÁMARA DE NIEBLA.

 

Suave,

como una flor naciendo entre la escarcha.

 

Suspendidos

los dedos,

son los hilos

los que tejen también la soledad

en la que anida el frío

como una mariposa

desganada.

 

Como cayendo lluvia en los tejados

era el círculo en nieve que se abría.

 

Suave,

tan despacio

como cesando el ácido en el ánimo.

 

Anuk Kann

TU, SIEMPRE

 

Momentos me siguen

me aprietan, me gimen

me llevan el alma colgada en abriles

en flores, en parques

y en manos viriles

...

Tus manos, tu aliento

tu cara, tus gestos

comiéndome dulce

robando mi piel

tiñendo mi ayer

mi hoy, mi siempre

 

Aurora Pintado

EL CUERPO COMO HERRAMIENTA DE VACÍO
 


eres el que camina
sobre el filamento de la bombilla
el que le dice a las líneas blancas
que me llevas a casa
deshaciendo el silencio
que me aturde
con metal y cristales
el que después de tantos
------------------tantos
------------------tantos
------------------cortes y contusiones
aún duda
[se pregunta en voz alta]
cuál de esos dos hermanos viene
así despacio
a buscar
la historia escrita
sobre las entradas de conciertos
pegadas en mi pared

 

Belén Sánchez

SANTORAL

I. Poema antecedente: María de los Encajes

Hecho en Granada, a 21 de noviembre, 1992, Presentación de Nuestra Señora.

 

 

A Consuelo

 

Ella roza siempre el mundo aparte

que ofrece el arcángel a los desnudos

y camina como una mujer aparte

y conversa

por el filo de las espadas

leyendo cualquier nuevo entusiasmo y feliz

le querrá seducir sin palabras

con un flis flas de gotas rosas

que son gotas de perfume

sobre las hojas y el lecho del escote,

invitando en general

a la lectura y al amor.

 

 

Crespo

NOCTURNO

 

la luz negra ilumina entre flashes

el chunda-chunda de una noche chunga

horizontes de carreteras inundadas de garrafón

autovías claveteadas de colores electrónicos

Santa Teresa frenética traspasada de éxtasis

saquíes escanciando por sus poros Paraísos sintéticos

poetas borrachos buscando taxi a las seis de la mañana

a las puertas del Infierno

aquel garito de chupas de cuero con cicatrices metálicas

luz negra coloreando ojos alucinados

y música analógica de guitarras y tambores

todo tan primitivo como el Fin del Mundo

anunciado en la avenida de luces fluorescentes

una noche chunga entre chunda-chunda

y carreteras de garrafón polarizado

 

 

Danilo

TRAYECTO DIARIO

 

Luminoso llega el mediodía,

mientras desde el balcón a tu tienda me deslizo

para plantarme ante tí, robarte una sonrisa

y algo de dulces, que tu ilusionado despiste

permite que introduzca en la mochila

Te guiñó un ojo.

Atravieso porterías y esquivo personas,

hasta detenerme apoyado

en los reposaculos de plástico

que en los metros hay habilitados.

Ahora me llevan,

con tu sonrisa brillando en los ojos

que me ayudan a buscar

las chucherías que escondo

Breve paréntesis, antes de volver al esquive de gentes

en las subterráneas venas del momento.

Hasta el segundo en que salto a un cielo al que no llego

y caigo sobre las aceras, entre los altos muros

donde tantas personas nos cobijamos o hacemos dinero

Vuelo entre esas paredes

y cruzo calzadas rodeado de vehículos gaseantes,

con diferentes concepciones del tiempo y de vivir en el trayecto

que en el mismo punto a diario concluyo,

Plantándome ante las altas y frías puertas de mi curro.

 

 

José Ángel García

PRINCESS OF NOWHERE

 

abres la puerta /

te reciben jarrones y baldosas

cubiertas de polvo

o de recuerdo

 

descalzas tus zapatos

y andas con cuidado:

hay días que no reconoces tu propia casa

 

te acercas al grifo

como quien busca claridad

y no encuentra ventanas

 

y regresas al tiempo:

el agua sigue sabiendo a rutina

y a frase perdida en estanterías

o crepúsculos

 

te sientas

tras el mando a distancia

percibes las arrugas de tu falda

y el calor que se instala piel adentro

 

suena la inconclusa de schubert

y tu mirada asiente

mientras baja el volumen

para no despertar a la memoria

 

 

Juan Carlos Friebe

ÓLEO SOBRE LIENZO, Detalle I

 

 

Llegó a la plaza en fiesta empujando un carrito

Que encendió en las manos destartalados ruegos

Encarecidos índices de niños churretosos

Trastabillaron entre sí en el aire

Reclamando las mismas golosinas,

Y quedaron vacíos los columpios igual que un corazón sin alegría.

El balancín siguió balanceando su lánguido chirriar

Como agrietando el tiempo, lastimándolo;

Las caretas de chino mandarín

Vieron ponerse triste al tobogán,

Y durante un instante de complaciente holganza

que bien pudo durar cuanto un suspiro,

Quedé absorto degustando el día

Consciente de gozar un raro privilegio.

 

Como escuchando a mayo en una caracola.

 

 

Luis García Montero

CORONEL GARCÍA

 

Una vez más

te vuelves a esperarme. 

 

Igual que entonces

cuando me detenían los negocios

infantiles del mar

o las orillas silenciosas

de algún escaparate.

El niño  vive un mundo propio,

un tiempo que se queda sorprendido

al bajar la marea,

como el agua parada entre las rocas.

 

Ibas tú por delante,

con tu prisa de siempre,

y al perseguir tu sueño

nevaba en las montañas

y la nieve caía

con su verdad de siempre.

 

Una vez más

te vuelves a esperarme.

 

Junto al reloj de oro de tu boda

llegó a nacer mi tiempo,

junto a los uniformes de soldado

el desaliño de mi letra,

y junto a la canción entonada en el coche,

feliz y colectiva como un himno,

una tristeza de muchacho

que prefiere quedarse un tono por detrás,

condenado a vivir las soledades.

 

Coléricos, creyentes, susceptibles,

cargados de razón, sentimentales,

extremos de una misma geografía

y muy enamorados,

he vivido la noche

con la misma franqueza soleada

que tú persigues en el día

y he buscado la luz

con las lecciones de tus sombras.

La palabra recuerdo ha nacido en el norte,

en una calle fría de la ciudad de Burgos,

y el porvenir parece una cigüeña

en el viento del sur.

Pero el norte y el sur

son dos gotas de agua.

 

Una vez más

te vuelves a esperarme,

cuando la piel de mi futuro

se escribe con la ley

de tus ochenta años.

Yo he sido

un amigo de muchos condenado a estar solo.

Tú eras

un joven solitario perdido en un ejército.

 

Y estás ahí,

muy joven o muy viejo,

con el mundo a tu espalda

y los brazos tendidos,

orgulloso de mí.

 

Conforme voy llegando

a donde tú me esperas

y confundo tus ojos con mis ojos,

me gustaría darte

un momento de paz.

 

Entre tú y yo, el árbol del orgullo

suele brotar en un jardín selvático,

entre raras especies

que viven al amor del exotismo.

 

Pero el norte y el sur son dos gotas de agua.

Voy a decepcionarte también en mi vejez.

 

(de Palabras de familia, Vitolas del Anaïs nº 14)

 

 

Luis Carlos Mendías

...Y AL FONDO, LA MAR

 

Dime que he de ver el viento,

que en el viento he de quererte;

marinera,

dime que sí

Rafael Alberti

 

 

Llego anhelante acariciando al aire

cual fantasma inaudito de lo puro.

En el volcán del celo, con un alba

lejana y niña en el crujiente lecho,

se incendian nuestras pieles con la noche

presagio indefinido en luz de luna.

 

Reverberan tus pechos esa luna

que ahuyenta en desespero a un nuevo alba

y se derrama lenta por el aire.

No hay lujuria en mis manos, sino un puro

instinto sobre el revoltoso lecho

de sábanas satén y afán de noche.

 

Encendidas luciérnagas de noche

rebotan sobre el cerco de la luna,

que hace mágico al mar de nuestro lecho.

Posiblemente cuando acuda el alba

nuestro bajel de sexo y besos puro

halle en sus velas favorable al aire.

 

Tu estela femenina cruza el aire

entre dulces gemidos. Nuestra noche

es distinta y granada. Danza un puro

resplandor por la piel, como esa luna

que, asustadiza presintiendo el alba,

salta de la ventana a nuestro lecho.

 

Déjame, marinera, que en tu lecho

de barquilla indefensa siembre a mi aire

azahar y jazmines. Que hasta el alba

me embriague sobre tu dama de noche

y aprenda a componer claros de luna

agostando en el alma lo no puro.

 

Di que sí, marinera, y mi amor puro

rendirá singladura sobre el lecho

de sensual oleaje. Que esta luna

me enseñará a abrazarte con el aire

favorable el las jarcias de la noche

hasta que, rotos, nos descubra el alba.

 

Despierta el alba envuelta en el más puro

lecho de aromas tibios. Rompe el aire

la noche contra un vértigo de luna.

 

 

 

Pepe Ramos

AÑOS LUZ

 

Cada noche observo

el firmamento de Madrid.

Hago recuento de las estrellas visibles

y pienso que al llegar a mí su luz

pueden estar ya apagadas.

 

Cada mañana hago mi ronda

sobre el terrazo del pabellón.

Hago recuento de los presentes

y no pienso dejar que muera en mí

la luz de los ausentes.

 

 

Teresa Gómez

TU SILENCIO (I)

 

Las brumas del otoño

me enredan en sus hojas

y no está tu mirada

que me descubre el mar,

ni tu silencio como un barco

desplegando sus velas

allá en el horizonte.

 

Y no están tus palabras

acercándome redes,

ni tu silencio como el viento

alcanzando montañas,

silbando mis anhelos.

 

Pero tus manos hiriendo mi cintura

serán como una playa descubierta en la tarde,

y tu silencio estallará

arrastrando en la espuma delfines y corales.

 

 

Tito Alvarado

FALLUJAH

 

Con metales estridentes y bolas de fuego

vienen los infieles dioses de occidente,

imberbes nacidos ayer a la civilización

revestidos en dura piel de indiferencia,

nos acosan con iras y derrumbes.

 

Sus fuegos como rayos de mil soles

nos queman el aire y los pulmones.

 

Tocan casas, edificios, la sagrada mezquita y nosotros adentro.

 

Bajo el ruido de bombas cayendo como bombas cayendo.

Y nosotros, con las bombas, cayendo al oscuro fondo de la fosa.

 

Ruido, llamaradas, polvo, escombros,

sangre, ardores en la carne y lamentos.

Luego silencio de muerte.

Decorados de muerte.

Hedores de muerte.

Odios de muerte.

 

Silencio de eterna muerte.

 

Los dioses héroes bajo el peso de sus equipos

añorando el ocio del humo de un malboro

o la pelirrubia para sus fantasías de perro endemoniado,

 

En la cúpula, en los paraísos alfombrados,

los más dioses que ellos

repasan las cuentas alegres del negocio.

 

Nosotros aquí en este agujero sin nombre que es hoy Fallujah,

solo resistiendo.

 

Muerto voy cubierto de ruinas, viendo morir,

muerto estoy envuelto en fuego, humo y alarido, escuchando morir,

muerto soy acosado por la sangre derramada, sintiendo morir.

 

Ellos en su miserable vida de invasores

sin más razón que sus metales ardiendo,

refugiados en potentes máquinas voladoras,

            como ángeles del infierno, nos queman con sus decretos,

acorazados en portentosos aceros rodantes,

            como empresarios del mal, nos flagelan con sus odios,

guarnecidos bajo 30 kilos de utilería mortal,

            como abanderados del progreso, nos entregan las llaves de la tierra arrasada.

 

Si resisto me matan, si no resisto me mueren.

 

Las casas en el suelo, los edificios en ruinas,

pestilencia, derrumbes, vidrios rotos,

cráteres donde estallaron las bombas,

panorama unicolor de la destrucción.

 

Estas son las razones de mi canto.

 

 

 

Pedro Javier Martínez

IBA EL HOMBRE CANTANDO

 

Iba el hombre cantando, con el hatillo al hombro,               rompiendo
con su brío las tapias de la tarde                                        y
persiguiendo el rumbo vivaz de los jilgueros                               
  con que llenar de trinos sus horas solitarias.
                                                                           
                                             Iba recolectando los bálsamos
del día,                                               las sonrisas
perdidas en los pliegues del aire                                   para
sanar la vieja gangrena de los años.                                       
  La mirada asomándose al balcón del suspiro,                              
     el corazón ungido por la desesperanza                                 
              y una grandiosa ardicia creciéndole imparable                
          desde los colmenares de su yo substanciado.                       
                                                                           
               Iba el hombre entonando un alegre aleluya                   
                para enterrar las sombras de olvidados espectros           
                 y columpiar afanes en un nuevo arcoiris                   
                allende los confines donde fenece el llanto.               
                                                                           
                               Iba ajeno a la vida, buceador de ilusiones, 
                            rastreando anhelante los predios de su Arcadia 
                              y un vengativo lobo, devorador del tiempo,   
                  resquebrajó las horas en su reloj de soles               
         arrinconando a aullidos su luz contra las cuerdas.