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kiosko de poesía número 19

Alejandro Pérez Guillén

Antonio Dafos

Aurora Pintado

Belén Sánchez

David Hidalgo

Fco Javier Guillén Berrendero

José Gilabert Ramos

José María Contreras Espuny

El Seis

Enrique Ortiz

Javier Esteban

Pablo Casares

Pedro Javier Martínez

Teresa Gómez

Vicente Gutiérrez Escudero

 

Alejandro Pérez Guillén

EL SECRETO DE LA ARENA

A Yoli Monroy

La luz de un nuevo día se aproxima.

De nada sirven ya las negras máscaras,

de nada bajar sirve

la persiana solar de la mañana

para simular de nuevo

una noche desbocada,

sin dos bocas que se besen

bajo el cómplice guiño de la luna,

con el grito asustado

de una existencia más que cotidiana.

 

En la sonora lejanía lloran

olas borrachas de marea tímida

acariciando ya la luna de tu vientre

como un columpio expuesto

sí a la niñería de unas manos

para preguntarme hábil,

casi ahogada la esperanza núbil,

si alas de pestaña alguna vez tendría

ese perdido amor

en el mar de tus ojos.

 

A lo lejos un cuerpo

tumbado en una toalla

a pierna suelta duerme.

Cuando los sueños se deshacen solos

en esa hospitalaria palma de vida huérfana

como un azucarillo

que el amargor le quita

al café azul de los descalzos días,

despierto tomo yo un descafeinado

y regreso otra vez a la alba playa

para así preguntarme:

¿Conoces el secreto de la arena?

Es tu pelo hecho grano

para jugar en la dormida orilla.

 

Antonio Dafos

EN TODAS PARTES

 

Por ejemplo entre olivos, estando a solas.

En medio de la mayor oscuridad

y de su correspondiente silencio

absoluto, enciendes un pitillo y,

si olvidamos el brusco fogonazo

imprescindible,  sólo queda

un anaranjado punto luminoso

como índice de tu presencia

y de tus movimientos por la arada tierra.

No bastando la brasa

para dar idea de que sonríes,

el escritor da fe. Mientras tanto,

sobre ti, un callado avión

- como tú localizable nada más

que por su móvil luz rojiza-

desplaza en su carlinga, iluminada

por una bombilla común, a un piloto

que sonríe igualmente, distraído,

en exacta concordancia con tu gesto

y de manera que las dos sonrisas

sin un claro por qué

se ensartan en el tiempo con precisa

vertical desde el poblado de olivos

hasta la habitación aérea.

No hay más, pero las formas

han encajado un instante.

 

Aurora Pintado

PARASIEMPRE

 

pero tú ibas de blanco

y me habías dejado

                                               debajo

                                               de un árbol

en una margen del camino

y me dijiste

espérame aquí

en cinco días vuelvo

y si estás

me quedaré contigo

                                               parasiempre

 

había fuego en algún lugar

cerca

y la gente corría

                                               en manadas

porque el fuego era guerra

                                               o era fiesta

y allí

al lado de una valla

me dijiste desde detrás de

                                               tu oscuridad

que volverías

y tuve miedo de estar sola

y supe que había nacido para

estar sola

 

pero tú ibas de blanco

y me habías dejado

                                               debajo

                                               de un árbol

y hoy sé que eso es

bueno

y te espero

apartada del camino

quieta

porque ibas vestido de blanco

y me habías dejado

                                               debajo

                                               de un árbol

 

Belén Sánchez

(Foto: Calle con coche, perro y gente)

 

  

¿Dónde están los increíbles,

los que ahuyentan la desdicha

con sus manos de fósiles y caracolas?

 

¿Dónde están los increíbles,

los que se asoman a los abismos

setenta veces siete sin lastimarse?

 

¿Dónde están, dónde existen,

dónde viven los increíbles?

 

A veces los he visto pasar.

Su mirada es una luz secreta.

Su secreto, un nombre que callan.

 

 

David Hidalgo

VARIOS   (D)EFECTOS    AL    AMOR

 

 

El amor es usar desodorante,

peinarte bien, plancharte la camisa,

dar al espejo tu mejor sonrisa,

bajar las escaleras galopante;

 

con bombones o flores por delante

parecer puntual, llegar con prisa,

esperarla, salir, tirar de visa

en el cine, en el pub y el restaurante;

 

recibir por la noche tu castigo:

un beso en la mejilla: eres su amigo,

desear que un cuchillo se te clave,

 

maldecir amistades tan fraternas

y volver con el rabo entre las piernas.

Esto es Amor; quien lo probó, lo sabe.

 

Francisco Javier Guillén Berrendero

JARDÍN

 

A Cecilia del Carmen, mi jardín, mi rosa de Chile

 

Ayer cemento y barro

hoy paisaje y jardín.

Entre parterres y macetas

por los regueros de la acequia

siempre estoy pensando en ti.

Una helada soledad

era mi vida sin ti,

ahora que me rescataste

todos los días oigo tu voz por los jardines del Generalife.

Amada, vuelve de los Andes

y vive junto a mi entre el Darro y Genil.

Plantemos y sembremos mil árboles y diez mil flores

con fuentes de mármol blanco

en nuestro carmen del Albaycín.

 

 

El Seis

CIUDAD DE LOCURA 14

 

El aire de mi ciudad

son bocanadas

de larvas negras

y viscosas

El aspecto de mi ciudad

es un aroiris imaginario

que cubre los

colores pálidos

grisáceos

y negros

Los hombres de mi

ciudad

son seres desollados

que caminan autómatas

hacia el despeñadero

más cercano

Los rostros de las mujeres

de mi ciudad

tienen bruñidos

tótems y símbolos

lágrimas milenarias

!ah¡... y una tristeza

lapidaria

Los cuerpos de las

prostitutas de mi ciudad

tienen tatuado

en su hermosa epidermis

todo el dolor del mundo

que extirpan a sus

tristísimos clientes

Las nubes de mi ciudad

son extrañas y caprichosas

en todas sus formas

sólo se ven demonios

lujuriosos

látigos ardientes

en las espaldas

de los hombres

y uno que otro

ángel degollado

Baco es el dios más venerado

en mi ciudad

en procesión de

"estruendoso silencio"

los fervientes devotos

cual seres dopados

llenan de alcohol

sus abismales gargantas

esperando quizá

que una sola gota

del éxtasis divino

les bañe el alma

y desaparezca la nostalgia

y la pena

Las calles de mi ciudad

son los intestinos

de algún antiguo demonio

donde los transeúntes

como orates

buscan sus respectivas

cajas de electrochoques

 

Enrique Ortiz

ULTIMO BAÑO DE CARLOS BARRAL EN CALAFELL

 

Adentrarse la mar en uno mismo

ahora que Septiembre aleja

a los turistas y parece como

si los bloques de apartamentos

decrecieran y el pueblo recordara

cuando era un pueblo de ligeras barcas

y de mástiles y aparejos

aún no mordidos

por la usura del tiempo.

 

Y adentrar en la mar otros mares pretéritos

de un tiempo sin memoria

que sigue siendo nuestro

aunque desordenado entre unas ruinas

que no pudimos detener y amamos.

 

Y salir y adentrarse el aire, oscuro

presagio de tormenta, en uno mismo

y sentir cómo cede, suave, la arena fría

bajo los pies que ya son tacto solo

y contemplar con la mirada dócil,

pupila sola, el pueblo ahí

y ahí también, permaneciendo,

la misma mar poblada

de los personajes que fueron

y que, como los buzos que levantan

el pulgar antes de sumergirse,

me miran y dicen que sí,

que aprueban, a pesar de todo,

cuanto ocurrió, cuanto acontece

en esta hora última

en la que busca un albornoz

el personaje

-reconfortado, acorde, sin rencor-

al que le corresponde despedirse.

 

Javier Esteban

MI APARICIÓN DE CELULOIDE Y GRASA

 

Mi aparición de celuloide y grasa

abre mitómana por eludir

el margen de precipitada esclava

y cuál Ariadna, esbelta reedición,

pendieses terrorífica al después:

encajes y charol bajo la viga,

un sótano que rácores mimaban

con fervor, un efectista story-board, 

el rico envés si sólo yo propuse  

esta secuencia que prestaba y tras       

servirle de escoliosis al diorama,

en cruda, deshonesta, polaroid  

del rígido suburbio escampará

mi tan anido filtro sin rencor.

 

José Gilabert Ramos

DE LA MANO DEL AGUA (I)

 

Vivir es entregarse ante todos los vientos

sin tener más deseos que un camino esperando

cada nueva mañana que amanece en los ojos.

 

Entregarse sin miedo y sin contemplaciones

a todas las sorpresas que nos brinda la vida

con la ingrávida inercia de las alas de un ave

o la leve amargura que acompaña los besos.

 

Cada esquina del tiempo desemboca en la mar

y no sirve de nada añorar las orillas

ni soñar la quimera de un hogar encendido

si al final del viaje que no tiene regreso

nos espera la vida para hacernos pedazos.

 

Entregarse tan solo con los ojos cerrados

y abrazar el abismo con ternura de amante

es la única forma de vivir lo vivido.

 

José María Contreras Espuny

SUFRIMIENTO SIN CAUSA

 

 

Hoy sufro solamente.

César Vallejo

 

Hoy sufro solamente

en esta habitación

que viste un traje de rombos añiles.

 

Hoy sufro solamente

en esta habitación

donde reside un retrato que es un espejo

y un par de maletas antiguas

que sufren como yo.

 

Hoy sufro solamente

en esta habitación

que no es una habitación sino un mundo

donde naufragan barcos de papel

sin ninguna tripulación.

 

Hoy sufro solamente

en esta habitación

donde sólo hay una redonda pecera vacía,

donde sólo sufro la esperanza que implica

no tener esperanza.

 

Nunca la quise,

¿acaso importa?

 

Hoy sufro

tal y como sufre la luna

circularmente, blancamente… silenciosamente.

 

Hoy no sufro más de lo necesario

ni menos de lo permitido.

 

Hoy no sufro por amor, por dolor ni por sueño.

 

Hoy sufro solamente.

 

Pablo Casares

SÁBADO TARDE

 

Un aguacero aturde esta tarde de otoño.

El día más largo en la sesión de cine vespertina.

 

Tú, de pie, seria y alejada, apoyas tu mejilla en el marco del mirador

y pruebas a dibujar un corazón sobre el vaho del cristal.

 

Yo, tumbado en el sofá, miro la escena como una foto

revelada por el ácido barniz de la felicidad.

 

Pedro Javier Martínez

DESMOTIVADO
 

Estoy seco. Desmotivado y seco.
Igual que aquella puta
de mis años bohemios
que para que sirvieran cava
mientras hablábamos
y subiese la cuenta
de sus devengos, ella
lo gritaba incansable
hasta que el camarero llenaba nuestras copas.
Eran entonces ágiles mis pasos
porque mis pies calzaban
las botas de ocho leguas
y andaban, como el Cristo, sobre el agua.
Hoy, en cambio, mis sueños
hacen puentting sin red,
se suicidan la idea,
la palabra, el ingenio
y las musas espacian sus visitas.
¿Es que está todo dicho, no me queda
ni un agudo sarcasmo que mostraros?
Muy bien, lo acepto. Reconozco
que he sido y seré siempre un pobre ágrafo
y por más que me esfuerce
no volverá a dar fruto este alcornoque.
Por eso, compañeros,
sabedor de impotencias,
he resuelto enterrar las vanidades
y ordenar a mis negros
que plagien para mí
los momentos más dulces de otras vidas.
 

 

Teresa Gómez

HATILLO PARA UN OCASO

 

A Javier Egea

 

Quiero llorar de tanta madrugada desnuda

en los aleros,

de tanta golondrina cubierta por el río,

de tanta madrugada.

 

Quiero llorar desnuda para siempre.

 

Y no será posible sin tus labios cansados

sin comprender

la vocación de luna que llevas en el gesto

amanecer

por esa luz distinta de tus brazos.

 

Y no será posible

sobre tantos inviernos

-con este fuego ya casi apagado-

si no fuera este invierno

sentir toda la muerte entre las manos.

 

Y no será posible sino con las heridas

sino con los destrozos

sino con los vencejos sangrando en las orillas

dejar la puerta abierta para siempre.

 

Buscadme por su rostro malherida de calles,

aventurada y sola.

 

Traigo una luna rota.

Traigo un dolor de pechos y ternura.

 

Vicente Gutiérrez Escudero

LA VOZ Y EL RÍO

 

te escucho

 

una puerta de campos se entreabre y no me ves

me atraviesas

 

te sumerges en el agua que corre en este día

 

respiración de la raíz

allá adentro,

 

las terrazas errantes del buen día descienden

y te escucho

 

ríes dentro del río, de pie

entre las hojarascas ardientes, sumergidas,

que decides crear

 

tras el puñado de hogueras encendidas

que persigues sin pausa

 

bajo las telas delgadas, transparentes,

que llegaron contigo,

 

justo ahora te escucho

 

mientras bebes de los aromas dormidos

que avanzan hacia el mar

 

y te mezclas con el tránsito del agua

cuyo pasado ya no podrá ser reconstruido.