alfonso salazar
SOL Y EDADES
(BOLERO DEL AMOR MATEMÁTICO Y OTROS POEMAS)
ANTOLOGÍA Y PREFACIO: ERNESTO PÉREZ ZÚÑIGA
Alfonso Salazar (San Fernando de Cádiz, 1968) vive en Granada desde hace más de veinte años. Colabora habitualmente con revistas y periódicos, para los que escribe artículos de ensayo. Fue accésit del Premio García Lorca de Granada en la modalidad de cuento (Placas turcas, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada, 1994) y fundó las revistas El Erizo Abierto (de literatura erótica) y Letra Clara (de la Universidad de Granada). Publicó algunos opúsculos en la editora independiente Ediciones del Vértigo, Granada (Dos poemas kantianos, Poemas del mal tiempo) de la cuál fue partícipe en su creación. Dirigió el programa de poesía en radio La Plaza Humana, actualmente en formato de revista digital (www.laplazahumana.com). Ha publicado la traducción de Consejos a jóvenes escritores de Charles Baudelaire (Celeste, 2001) y el poemario Sol en otro barrio (Ayuntamiento de Málaga 2002). En narrativa ha publicado Cuentos del Harén (El harén de Arquímedes, Granada, 1997).
El vagón más escondido
Lector, "si no viajaste en la poesía" o si ya eres uno de sus antiguos pasajeros, bienvenido a esta antología. Su publicación es un tren que llega con retraso, pero llega al fin. No tuvo prisa. Para que el raíl note el peso de cada punto de la rueda. Para que los versos posen en el tiempo.
Sin embargo, la voz de su autor no es desconocida. Han sido muchos los recitales donde ha centrado la atención de la escucha, sobre otras voces que han conocido antes la letra impresa. Y es como si hasta ahora el aire hubiese sido su destino, pues numerosas canciones de Alfonso Salazar han sido interpretadas y grabadas por cantantes. Pero no sólo el aire. Gran parte de las actividades literarias que sucedieron en Granada en la década de los noventa, tuvieron a Alfonso como participante o, más a menudo, como organizador de las mismas: antologías, premios, revistas, alternativas editoriales, congresos y lecturas. Una biografía de su trabajo literario y poético, en publicaciones periódicas o en la oralidad de un momento, parece bibliografía de Aghata Christie. Y asunto de una de sus novelas la razón por la que este poeta no ha publicado hasta ahora ningún libro que tenga sólo su nombre.
Una de las razones es, sin duda, que las colecciones de poesía que hay en Granada suelen canalizar el goteo de sus ediciones para los que cultivan las mismas semillas en tierra de un sólo "amo". Como en otras ciudades, en Granada hay amos de varios gustos. Quizá menos. Pero a quien no desea amo alguno ninguna tierra se le ofrece, a pesar de ser saludado en todas las lindes. La historia de la edición es también una historia del poder.
Es cierto, por otra parte, que Alfonso Salazar ha hecho muy pocos esfuerzos por publicar su obra. Ésta es la otra razón, mucho más importante para la historia de la poesía. La vanidad y el atolondramiento de amos y jornaleros apresuran la publicación de muchos poemas -más y más nombres, más y más escaparates- innecesarios para un lector acostumbrado a "viajar en la poesía". Es obvio que el mejor jurado de la obra de un poeta es el tiempo. Aquel que no se precipita en imprimir sus versos, los tacha, los rescribe, los relee y los destruye, hace como el agua en la arenisca: deja el mineral poético a la intemperie. La historia de la poesía es también una historia de la renuncia.
La selección que sigue a estas palabras pertenece, pues, al conjunto de la obra poética de Alfonso, mejor dicho, a lo que él ha decidido conservar de la misma. No sobreviven los poemarios anteriores a 1991: Claudia, o El amor que vino de las guerras. Sus versos, mariposas de una noche, volaron en recitales de los años 89 y 90 y después desaparecieron. Permanecen los posteriores a El Ginebra, algunos de los cuales, como El bolero del amor matemático (1992), se convirtieron en clásicos de una ¨poesía oral¨ que ha propiciado un encuentro cotidiano entre los poetas de los últimos años y el lector de poemas.
Había bares que organizaban lecturas a la que asistían muy pocos clientes, dentro de una programación de conciertos -y alguna representación teatral- mucho más concurridos. En la penumbra, el lector de Borges o de Cernuda, sentado en una mesa, con un vaso en la mano, prestaba atención a los versos que eran leídos nerviosamente por un grupo –dos, tres- de poetas jóvenes -más bien, jovencitos; más bien, poetillas-. Si gustaban los poemas, el lector volvía a la siguiente lectura acompañado de más lectores. En el trascurso de dos o tres años, acudían cada vez más numerosos. En las noches de aquellos tiempos, se pedían las bebidas en la barra, mientras el encargado apagaba la música y templaba la luz. La gente se volvía hacia el escenario, callando. Y Alfonso comenzaba su lectura con una voz que leía versos tiernos sin afectación alguna. Versos conocidos o versos recientes. Alfonso sabía emocionar los oídos nuevos. Los ojos brillaban de atención o se ocultaban bajo la introspección del párpado. Los labios se entreabrían al jardín secreto. Y Alfonso dibujaba en verso las luces de Manhattan. Ventanas del poema. Contraventanas de la emoción. Se mueven en el aire que lo pronuncia.
Como la concentración de humo que hay en la brasa roja de un cigarrillo, la poesía de Alfonso condensa emoción en sus poemas. Así definió en su Diccionario de poesía emocional la famosa interrogación de Bécquer: "Residuo emocional que reposa en cualquier movimiento, ser, situación, fenómeno, elemento, sensación, inteligencia, pensamiento, creación o sensibilidad". ¿Y tú me lo preguntas? De esta manera, el poeta es el que sabe expresar esa emoción en un escrito. ¿Un poema? También. Siendo la música un vehículo privilegiado de la emoción y el verso una estructura musical que se vale de palabras, el poema parece más adecuado metal conductor de la poesía. Poesía no eres sólo tú. Sino todos los pronombres. El poeta los hace sujetos del poema y les hace conjugar los tiempos poéticos. Y así Alfonso utiliza una de sus metáforas preferidas: "Esta añoranza que ha de conjugarse como el futuro imperfecto". Léase Sintaxis de amor, la canción que pone fin a esta antología.
Alfonso cita a algunos poetas en sus libros: al Aragon de las Habitaciones, a Papasseit, a Maiakowski... Todos ellos preocupados, más que por la perfección del verso, por la autenticidad del poema, en el sentido del párrafo anterior, y también por la búsqueda imposible de un canto común: la libertad de la rabia y de la ternura que ha padecido y reflexionado el mundo, puesta en palabras, se devuelve a ese mundo, para que cualquiera las tenga a su alcance. Es un decir. Pero no es casualidad que una coloquialidad lírica se adentre en la estética de los poetas mencionados. La musa se ha vestido de vaqueros y, además, lleva una varita mágica que convierte la ropa en piel y las cremalleras en estrellas fugaces.
Alfonso cita a Javier Egea, cuya influencia se puede rastrear en una metaforización de la sentimentalidad para expresar –explicar- las victorias y derrotas de la condición social e íntima de lo humano.
Alfonso cita a Pessoa.
Un poema maduro ya no pertenece al poeta. Suele suceder todo lo contrario con sus primeros poemas. Digamos que nadie los hace suyos al leerlos. Aunque estén bien construidos, se devuelven al poeta, porque todavía le pertenecen demasiado. Es como tropezarse con una mano cortada en la lectura. Inmediatamente uno quiere apartarla de la página o, si se es amable, buscar su propietario para entregársela. Tome usted. Tenga más cuidado. No deje a sus poemas sueltos.
Sin embargo, el poema maduro es una criatura sin dueño. Tiene el contorno de su estructura y pulmones donde respira el verso. El lector se lo encuentra en un libro como a un semejante de palabras. Y ambos, lector y poema, establecen una relación que será diferente a la que cualquiera, incluso su autor, mantendrá con el mismo poema. Porque ya está escrito para que sea un objeto más de la existencia. No un excremento azul del poeta. Un alfabeto sí. Con el que pueda hablar quien quiera. Donde el lector halla su propia voz.
Quizá jugando a disculparse de la calidad de su obra, Borges dijo que el azar le daba versos que podía haber escrito cualquier otro. Pessoa hizo de esta idea su obra, escrita como voces distintas por autores distintos -entendiendo por voz, estilo más ideología-. Por supuesto, no se trata de que el poeta habla por todos, puesto que éste es sólo un instrumento que usa la existencia para expresarse, el orificio de la tierra desde el que vuela el géiser-poema. Es el poema el que habla por todos o, mejor dicho, son todos los que hablan en el poema.
Alfonso, que ha hecho desaparecer sus primeros versos, cita a Pessoa. Y esta concepción poética alienta muchos de los poemas que ha conservado. Sin embargo, siendo una concepción utópica, produce de manera natural -pez que inventa el agua- la ironía.
La leemos en su plasmación más pura en los poemas recogidos en el poemario Crucigramas y autodefinidos (1996), donde las palabras del azar son juntadas para decirnos que un poema puede ser cualquier cosa, si al lector le da la gana que lo sea, dado que éste sufre la maldición de convertir en significado todos los significantes que se encuentra, como Midas el oro. Por ejemplo:
En las tinieblas Atila
sobre su fragata, raro
de lepra el godo,
raso y áspero en una orla
oye a Constanza.
El título de este poema, Verticales, sugiere -sea cierto o no- que el método de su composición ha sido jugar sobre el crucigrama de un periódico a crear un mundo de versos donde no había otra cosa que la nada y el absurdo. Y acaso Alfonso quiera demostrar que, aunque la nada y el absurdo se ordenen según el capricho de cualquier creador, tarde siete días o diez minutos en hacerlo, siguen siendo nada y absurdo, por mucho que parezcan universo con sentido. ¿No es ése también el peligro de la literatura y de los ¨poemas sin poesía¨, tan abundantes, por cierto, en las publicaciones de hoy?
Es el mismo poeta el que escribe un año más tarde:
El cielo se enrojece de vejez y amor
y toma una rosa en los labios.
Donde el poema se desnuda de cinismo para dejarle todas las palabras a la poesía de la emoción. No hay otra. Pensamiento, imagen, juego; sin emoción, son a la poesía como el trapo a la carne, como la marioneta al hombre: industria humana, no sangre del día. Hay un paso -¿hacia atrás?, ¿hacia adelante?-, más allá del Homo sapiens: un Homo poeticus, diferente a aquél en su capacidad de captar la emoción de la realidad -la realidad de las rosas- como existen ojos capaces de observar el calor del asfalto -no hay nadie incapaz; sino quien lo pasa por alto. Sea lector o escritor o ninguna de las dos cosas, hay quien sabe dónde se esconde la realidad que reside en otro lugar de nuestros afanes. ¿Quién? Alfonso nos lo dice ya en El Ginebra, el que ha elegido para que sea su primer libro:
quien parte en el vagón más escondido
de otro amor. Escondido a ti
si no viajaste en la poesía.
Ernesto Pérez Zúñiga
BOLERO DEL AMOR MATEMÁTICO
(1992)
Si te escribo cartas de amor y boleros
es amor la consecuencia matemática
de toda la espera, toda la distancia,
una ecuación amor, la desnuda fórmula
que lejos de métodos, reglas y formas
desemboca en positiva desazón.
Posiblemente amor por ser el amor
la trágica ecuación de segundo grado,
entonces tú en incógnita te conviertes,
derivada, integral, número entero.
Dime cómo podré, cómo elevaré
amor, todo tu amor de raíz al cuadrado.
Quizá se tratase de no conjugar,
amor mío, esa fiel regla de tres,
se tratase de escapara por la tangente,
dividir tus partes, dividir mis partes
y restar por no poder multiplicarte,
por no hacer un hoy por ti, mañana por mí.
Y seré bolero, pura matemática,
un número quebrado en todas tus cartas,
quebrado en la espera, quebrado en distancia,
para poder olvidar amor tus áreas.
Dime cómo podré, cómo olvidaré
las sábanas paralelas de tu cama.
Querida incógnita, la equis de mi amor,
polinomio de mi vida y de las tardes
que escribo, cuando añoro tus cosenos
y teorizo el signo igual de cada beso,
invento el factor común de tu recuerdo
con el signo aproximado de un orgasmo.
Si te escribo cartas de amor y boleros
es amor solamente para decirte
cómo esta pobre ecuación se hace tan nuestra,
que por aritmética, no admite error:
que mis días si llegan se hacen más largos,
se elevan al cuadrado cuando no estás.
EL GINEBRA
(1991-1993)
De la flor intratable de los tiempos pasados,
de la aventura, de tanto amor
que ha sido escrito,
del veneno de la soledad
vengo a decirte.
LOS MUELLES
I
Ginebra de las venas, corbeta para el viento.
Olor de las mañanas, jazmín, rosa y tabaco.
Ella desciende triste ascensores tempranos,
la tarjeta en la mesa dice de su tardanza.
Ella desciende triste el umbral, la memoria
y yo estoy deshojando todo el tiempo que tarda,
cruza el pasillo, sigue, y parte así la calle:
la mañana tan turbia, el Ginebra encallado.
Ella desciende triste al asfalto mojado,
al eco temeroso de la palabra antigua
que acerté a decirle, cómo te amo amor,
cómo te amo.
Ginebra de las venas, corbeta para el viento.
Olor de la mañana, salubre jazmín,
sucio tabaco.
LOS MARES
I
Sabes que la he dejado en el malecón.
Que por ella he abandonado mi vida.
Que me hice a toda vela en la noche abierta
de sus ojos,
y no he llegado a puerto.
Porque temo la soledad de los domingos de enero,
porque temo ese cuerpo que para una noche, dices,
porque temo que la noche abierta se suceda
en el viaje sin retorno a sus playas y sus calles.
III
Tú no conoces mi dolor
eres la piedra fría
el tiempo frío
de la escarcha
templada
tú no conoces el dolor
eres la mano fría
espacio frío
de los nombres
cerrados
IV
Si en la calle, amor, si en la calle
este día primero de otoño
ausente tú y el verano pasado,
si en la calle, que es metáfora,
concibo el paisaje inútil,
la despedida, si brutal la amargura
concibo.
VIII
(EL EMPALAMIENTO)
Su cuerpo hasta el alba se hizo camino
a través de la lanza,
antes de mediodía
florecía
en su boca un beso frío.
XII
qué pausada su voz ha venido a decirme
que siempre el horizonte de sus ojos tan verdes
tiene el nombre de otro
XIII
cómo decir tu nombre para nadie
en la desconsolada amplitud de las islas?
cómo ser ahora profesional del olvido?
EL ÁRBOL
VI
No quiero decirte
todo el tiempo que empleo
para encontrarte en plena calle
y vestir la situación
de pura casualidad.
LA ENTREGA AL MAR
a lorenzo,
navegante conmigo
desde mi principio.
LECCIÓN DE LENGUA
Ahora empiezo a retomar aquel tiempo
que nos frecuentaba más a menudo,
el viaje que no hicimos a Lisboa,
la noche hasta altas horas de la madrugada
y caminar siempre jóvenes la ciudad.
Bebíamos cerveza con tiernos pasaportes
que nos conducirían a la gloria,
que dan sentido a la estima en tono de recuerdo:
porque el amor que trepa hasta nuestra adolescencia
tiene esa certeza que engendra la juventud.
Ahora empiezo a retomar aquel tiempo
en el cual nos frecuentábamos más a menudo,
cuando recitábamos las lecciones de lengua
en tu casa, a resguardo de la lluvia y esta añoranza
que ha de conjugarse como el futuro imperfecto.
Quién iba a decir que te recordaría tanto,
que verte de nuevo alimentaría nostalgia,
el recuerdo de aquella habitación en el sur,
la plaza nueva abierta en flores
mientras desde el puente sonríes.
Hubo de coincidir tu muerte con mis exámenes,
como coincidieron mis caricias y las tuyas,
ahora que me haces falta, ahora te veo,
y ni sé cómo ha llegado el puerto a esta ciudad.
Es necesario decir que yo te hubiese amado,
es necesario aprender cómo vivir sin ti,
cómo hacer abominable el recuerdo.
Es necesario ser forastero, en tu memoria.
LANZAMIENTO AL MAR
Cuerpo cargado de ternura,
desaliento de mi vida.
Enjambre de manos frías,
oscurecida habitación.
No sé si la sonrisa que no existía.
No sé si la helada frente.
Si la lluvia en la calle.
No sé qué recuerdo será testigo.
Cuerpo cargado de ternura,
oscurecida habitación.
Enjambre de manos frías,
desaliento de mi vida.
OPOSICIONES AL OLVIDO
Para luchar contra la memoria
y tu presencia,
para estar en estas vidas nuestras
como de paso,
y no ser ya el camino el escrito,
ni sean los faros
aquellas noches de noche quieta.
Para no ser,
ni escribir poemas desalentados,
juegos de tiempos
verbales, para tachar la historia
estudio y estudio
la manera de evocarte siempre
fuera de mí.
Así es el olvido.
APOGEO Y CREPUSCULO DEL CAPITAN
Por el puerto íbamos juntos y siempre
bajo un sol como si marzo llevase
dentro el veneno que palpa la suerte,
la aventura, borrachos de nosotros
y todo el puerto sometido a un beso.
Y con el tiempo, porque fue en abril
y con flores cerradas, con el tiempo
todo mi amor por cubierta y hundido
todo mi amor quedaba.
POEMAS ALENTADOS
AVISO A LOS NAVEGANTES
Buscar el lado oscuro de los proverbios ciegos,
el estómago de la entrega, los cuartetos de invierno.
Dividir en el agua la flor viva, la flor muerta,
proponer un idilio, no desmoralizarse
si se anuncian lluvias, enredarse en la risa
que nos da Beatriz rubia en sus cuarteles tiernos.
Ser siempre pulso herido, sonda profunda, brava,
exagerando el tiempo,
de mis amigos, compañeros siempre.
TÚNELES
quien crece a la sombra de otro amor,
quien crece y estima el momento,
el latido, el mordisco de tiempo,
quien crece y cree en las cercanías
de trenes infinitos y abrazos
que desmesurados dicen adiós,
donde el andén es ligero en el recuerdo
y esta memoria recorre los campos
de la infancia feliz del sur
de la adolescencia del norte perdido.
cuando de volver se trata y la ciudad se parte
hacia el otro instante en linea recta
y el cambio de raíl tortuoso
o de tus labios, y esta noche
de la ciudad y hacia la ciudad se va,
cuando de volver se trata
se parte en el vagón más escondido.
quien parte en el vagón más escondido
de otro amor. Escondido a ti
si no viajaste en la poesía,
quien de otro amor parte en tren vencido
anudando en el cielo gris
la aldea separada, la voz partida,
viaja esta ocasión como si última.
este que ves, en el horizonte
paralelo a todo recuerdo,
la mala muerte y la cabeza fría,
éste recorrió el camino del carbón
y la dulce sonrisa,
éste que parte puede decirte:
que te espero en la boca de los túneles
y en el amor.
ARTE DE DADOS
(1995)
Ailleurs
Yo quisiera ser como el hombre que pasa
con su maleta.
Yo no quiero ser otro.
Quisiera otro lugar,
los días en otro lugar,
definitivamente.
LAS CITAS PERDIDAS
Falta una cita de Pessoa
Porque buscaba en ti, corrió la calle sola,
solo tan solo y sola y siempre el miedo aquél:
cosas que no se dicen y saber que no estás,
labios que no se dieron y saber que no estás.
Dijeron que te vieron. No sabes cuánto duele.
Qué haré si me circunda ese pájaro gris
que conduce mis pasos, me lleva hasta tu calle
y cada vez su nombre se dice más ajeno.
Siempre diré, lo nuestro fue distinto.
Siempre diré lo nuestro será siempre,
a fuerza de decirnos lo nuestro no se pierde.
Sabed que entonces fuimos y siempre los más jóvenes
buscando compañía en el camino.
Llegamos hasta aquí para ser los más libres.
SOBRAS DE AMOR CONOCIDO
Como se dice, el incidente está zanjado.
La barca del amor
se ha estrellado contra la vida cotidiana.
Estoy en paz
con la vida.
No vale la pena
enumerar dolores,
malos momentos,
ofensas mutuas.
Vladimir Maïakovsky
I
Pero no vino. Había
kilómetros y kilómetros
de uno a otro.
No llamaba, pues había
kilómetros y kilómetros
de uno a otro corazón.
Oídme bien: yo sé cuando
llega el final del final,
siempre el mismo
cruce fatal en el pecho
y ese amor que se desnuda
y parece otro.
Esa frialdad en la carretera
de uno a otro corazón.
III
Ya son las dos y me pregunto
de dónde viene el cuerpo que soy,
porqué me adora
la noche fría que es la noche
de la vida.
Me pregunto porqué no frecuento
los abrazos cuando me faltas.
Y me pregunto desde la noche fría
que es la noche de la vida,
hasta cuándo estarás siendo la sobra
de la luz que me diste.
LÍNEA DE SOMBRA
SOBRA DE LUZ
(1996)
un carrete velado
fue nuestro amor
Cuando la edad te marque por la piel
los surcos, las heridas,
cuando envejezcas
no quedará un recuerdo de este abril
sin fortuna
Furtivo entré, cazador
en los cuerpos de las islas.
Feliz fui y fui señor
de tierras que se me abrieron.
Atrás quedan tan suaves
sus largos dedos, de otro.
Zarpa el barco a la tormenta
y una sombra cruza el puerto.
Trabaja el pensamiento
a destajo en cien metros:
tengo dificultades
para ser mártir
de ángel tan dulce.
El mundo es la sombra del espacio.
La vida es sombra de tiempo.
Mi vida es sombra del tiempo despacio.
LA ESPERA
No busco el día de ella al fin.
Si busco el día de ella al fin
es que nada ha terminado.
Y todo dice que todo ha terminado.
Por eso este día parece traer algo escondido,
pues algo escondido espero.
Cuando acabe y me recoja la noche
la calle vacía después del trabajo
y no tenga sentido traerme
hasta su puerta, y no espere
verla de pronto,
entonces ya no podré buscar
y puedo mirar el día
pensando que nada trae
y nada espero,
que todo ha terminado. Todo.
COMUNICACIÓN SEGUNDA
Cuando los veo caminar juntos supe
que yo siempre soy el triste intruso
que aparece cuando abandono mi soledad.
Yo era el pequeño teorema de su vanidad
que molía el corazón en sus ojos azules.
Cuando los veo caminar juntos
añoro el vacío de mi soledad.
ADAPTACIÓN CLIMÁTICA
Elegías y otros poemas
(1995-1996)
OTRA ESTRUCTURA
Para poder decir nuestros contemporáneos,
la información estricta, la opinión de la calle
-aprobada ya la muerte del romanticismo-
el mal desasosiego, la razón infundada
del trabajo común, diario, rutinario
que se llega y te absorbe
dejando la cabeza en la pantalla fría,
en el papel de mesa y los ladrillos húmedos
del edificio en construcción
que hay cerca de mi casa.
Para poder decir, vacío más vacío
que la muerte tú eres,
busco y rebusco otra estructura,
un lugar del entendimiento,
un día del ladrillo libre y arrojadizo
contra el cristal de siempre,
contra el cartel de siempre
que sobrevive en su sonrisa,
contra la muerte misma
de las vidas privadas.
Para poder decir, puede más la mentira
que tus mentiras,
más el presente turbio
que nuestras esperanzas,
y no ser, no sentir
el lenguaje más oscuro
del corazón saliendo al exterior
que se envenena, se atraganta, se muere
por otra inanición: esas palabras
las de la ciencia, o las del miedo.
Diré, amor, tú vives
en el atónito lugar que busco,
en la sorda palabra que me espera,
en la otra estructura de los ojos
que miran la sorpresa.
Si está el corazón encallecido
que no se sobrepone,
si andamos juntos pero más perdidos.
Pero en otro lugar, amor,
están las luchas.
Allí se construye.
CIUDAD DE LOS IGUALES
Entre nosotros dos hay una pena
como manzanas rojas
y ciudades lejanas.
De ninguna manera
en ninguna ciudad puedo esconder
el paso oscuro, el sinsabor oculto
de sentirse perdido, y no por ti,
y no en ti,
pues la biografía son los libros abiertos
más anchos que el amor y el olvido.
Y en los capítulos leídos
donde viajase ya una vez,
una propensión sorda
nos hace ver su lectura,
el futuro, en el vientre de las aves.
Yo sé que ninguna ciudad,
ninguna distinción me puebla el alma,
ninguna luz, ningún paseo triste
corresponde a la geografía
de los barrios o me responde
desde los puertos
de vietnamitas míseros,
desde cuestas antiguas,
desde calles más llanas,
desde el propio corazón
que alaban las ciudades.
La ciudad sólo encierra los recuerdos
y cuando hace mella el olvido
se responde a la pauta por amor
marcado en corazón, separatista.
Ciudades de la nada
y concreta en fotografías,
postal y sensación
del recuerdo encerrado, el estupor
de cada noche y el rincón del beso,
de la plaza de siempre
y de la plaza como toda plaza,
esquinada, vacía, sin sorpresa,
ciudad reconocida por ciudades,
bajo los bombardeos, bajo los amoríos,
bajo los soportales,
bajo la escondida traición
de quien trama el asalto,
el navajazo a la alegría,
de quien no busca en la ciudad
más pertenencia que el lugar común:
un paso tuyo aquí, la muesca mía allí,
un olor en el aire del pan recién cocido
o del aliento amargo que trae la madrugada,
serpientes del recuerdo anidan la ciudad,
en la muralla antigua
aún por demoler y tras la yedra.
Y estaremos varados a la vez
en las puertas de los grandes almacenes,
en las cartas de vinos y menús,
en los paseos y los parques,
en los escaparates a la vez,
en el espejo de entrada el abrazo,
a la vez las señales
en las playas y desde una canción
a la vez, en el estupor, la sorpresa
en la televisión, a la vez los periódicos
publican nuestro nombre, los objetivos
nuestro vacío,
donde no están los cuerpos
en las fotografías
y sí un retrato del tiempo,
raptada y comprimida la nostalgia,
a la vez en los bosques,
a la vez en los puertos, las islas,
las fotografías más extendidas
y por los paraísos
pasados y presentes, cerrados y abiertos,
tan quietos a la vez, establecidos.
Tan establecidos en un regreso
hacia los tiempos que no conocimos.
Ciudades de montaña
y ciudades del mar
sin más tenencia que su suerte lenta,
que la caída de la noche
sobre los alacranes.
No me reconozco en esta ciudad
si no estás,
como no reconozco en el olvido,
omo no me sé en el amor
al otro lado de la verja.
Nada tiene su nombre cuando acusa el olvido,
si niega la memoria
la brecha que iniciamos
y queda en la del futuro,
la de los más cobardes,
en al esperanza absurda de quien se mata en presente,
en las islas, los puertos, el lugar
mítico donde el ojo dio la vida,
donde murieron los mestizos ojos
de quien nada conoce y no distingue.
Ciudad de la mitología,
el idioma, el acento,
el sonido fluvial de agua marchita,
las flores sobre el agua, las palabras,
ese olvido, costumbre de sentir,
de no amar esta acera si no estás.
¿Es el amor tan cruel,
tan fiel en estas calles,
fijo en el adoquín,
perpetuo en la fachada,
cansado por la ventana
mirando, arrojado por el balcón,
sepulto en tierra, caído?
Es la ciudad traición, que se trastoca
canalla, amable en puntas y espigones
que me ofrecen las sendas de los montes
y ramas repetidas de aquellos mismos árboles.
Adaptación climática,
desazón desde la igualdad,
desde la misma acera
con distintos cortados,
del mismo paso con huella distinta,
con el emigrante de los iguales
en cada ciudad.
POEMARIO CULINARIO
-RECETAS DE POESÍA-
(1996)
Pasta con beso fundido
1 kg de pasta
orégano
1 kg de beso
salsa de tomate
Hierva la pasta con aliento.
Espolvoree el orégano
en el agua hirviendo.
Caliente el tomate en la sartén
y extiéndalo en el fondo de un plato.
Deposite la pasta al dente
sobre el tomate caliente.
Funda los besos y déjelos caer.
Amor con leche
1 Kg. De amor
1 litro de leche
3 suspiros de paso
1 par de manos
Deposite el amor sobre un cazo
vierta la leche despacio,
remueva por dentro,
sienta fuerte.
Deje reposar
entre suspiro y suspiro
al fuego lento del reposo.
Utilice las manos,
acaricie el plato.
Busque el ombligo,
y sírvase frío.
Buñuelos de tiempo
½ Kg. De harina
1 Kg. De azúcar
250 gramos de azúcar de caña
media docena de huevos
un reloj
aceite
Mezcle bien todos los ingredientes.
Mire fijamente cómo se deshace el reloj.
No olvide la hora que marcó
en el último instante.
Haga formas caprichosas, deje pasar el tiempo
sin preocupación.
Sople en el aceite cuando deposita las figuras.
Deje enfriar.
Oiga el cucú de cada buñuelo.
Haga campanillas mientras come
y señale la hora con el corazón.
CRUCIGRAMAS
Y
AUTODEFINIDOS
(1996)
1
VERTICALES
En las tinieblas Atila
sobre su fragata, raro
de lepra el godo,
raso y áspero en una orla
oye a Constanza.
3
HORIZONTALES
Los infalibles eludieron el Nilo.
En sus rizos un Ródano de cianuro
tamizaron,
como en el aro esotérico.
4
HORIZONTALES
El polvoriento Oka
como misal del sur,
la sed del azor
en el ramal
deja en hemorragia.
6
HORIZONTALES
Me emociona el tafetán
en el gabinete del Polisario.
Toca su gola el rinoceronte.
En la cercana rasilla
posa un anafe el baturro tísico.
En el párpado riza un candado,
la pécora de Onán toma el maletero
y en una morocada la ciática me tañe
en socarrona asonada.
7
AUTODEFINIDO
El manual épico del álamo
en su médula amena invita
al grosor que denegabas Nerón agorero.
Liso el menú, económico
irrita la soja, el maní, el corazón
retrata Trajano el fresón, aman el anís.
Y el eco abre, reseco sale
el meollo enológico, flojo Adriano,
rota la asna,
acoge el ion añil en su útero.
La eutanasia audite a los ricos de Tarazona,
los terrícolas motivados por el mus áureo.
Ilesos los erales piaban,
el brut catan y la crónica
rueda en las alas del Rosario.
La mora se rebela,
reconoce la luz, suda el ojo,
imita la olla el ornato de Augusto.
Ilógica la abeja boga
amén las tasas.
Alienada la Rusia menor orina
un uro voraz en la red del pino.
Anómalo fin que anula
y ovala, que basa y elige
la osera y arrima atónito
el euro campeón.
La urea de la Rioja, Claudio,
en pro de los polizones de Orellana,
visita e imanta Libia y sus ranas.
Cósenos, leo la estaca, barón,
en el féretro sano.
8
VERTICALES
El parlamento de Lautaro
con gambas del INEM
y basiliscos como nereidas,
a Romeo dan subsidio
insano.
Donizetti, astroso
como escolar sisea.
POEMARIO
ENFERMO
(1996)
El hombre y su enfermedad
Camina torvo y mira.
Su enfermedad es un sueño constante:
anuncia el cansancio,
se pasea por el tiempo quieto
como si no pasar por la vida
no hiciese pasar la vida.
Mira los teléfonos,
se ve solo ante la radio,
solo en la mañana fría,
se ve más solo dentro,
donde el frío,
y decide dormir sin justicia,
dormir su muerte sin el sueño de los justos.
Los síntomas
Sobra de luz
Si por andar a su sombra
y seguir en sus sonidos por no ser más uno
como nunca fui,
si por estar a su lado
y no perseguir más esperanzas,
ni más dolores, más rosas,
más cármenes, más laureles,
irenes, margot, jacky, eva.
Más sombras me da la noche.
Si por tener sólo un nombre
me ofrecen la luz,
al triunfo del sol
alacrán mío,
me acojo.
Enfriamiento
Cuando lleguemos a la frontera,
compañera,
cuando no nos dejen seguir
los perros de la guerra habrán vuelto.
Cuando no nos dejen seguir
saldremos a la calle,
colocaremos carteles
como antes,
carteles que dirán:
HOY EMPIEZA
LA REVOLUCIÓN
y no podrán arrancar
lo escrito a fuego
por las paredes.
Las enfermedades
Pérdida del equilibrio en el oído externo
También las voces
son espejo, cristal
donde mirar adentro.
Miro la calle a través
de ventanas cerradas.
El sonido contrae la presencia.
Recetario
Manual de fines y cabos
Al fin y al cabo todo se consigue,
se hace de cada día una conquista,
estar junto a ti, la supervivencia,
y esto es la evolución, al fin y al cabo.
Al fin y al cabo, y desde el cabo al fin
por el azul marengo de tu traje
puedo vivir.
Basta decir hasta mañana por saber
que mañana amanecerás aquí.
Al fin y al cabo, si todo termina,
al cabo aplicaremos la rompiente
de tu otro tiempo, por las esperanzas
de seguir adelante.
Al fin y al cabo, y desde el cabo al fin
por el azul marengo de tu traje
puedo vivir.
LA REALIDAD
DE LAS ROSAS
(1997)
La realidad de las rosas
Me diré entonces,
porqué perdimos
la realidad de las rosas?
Porqué se evaporó el momento, aquél,
el momento del beso sorprendido.
El beso sin saber, sin esperar
un ángel por la borda de mi vida,
el momento en que cada acierto
llegó a tener sentido de por sí,
y sin miedo
y sin soledad,
sin el dolor.
Me diré entonces,
cosas que trae la vida
que llegan y te rozan
a veces como muerte,
otras como refuerzo
al corazón que para
y un mal rato que piensa.
Y entonces me diré,
ya de la rosa guardo el aroma real
de aquellos días,
ya del beso el recuerdo más preciso
en que estuvimos,
ya de ti
un nombre en las cuerdas tiembla.
Reconstrucción
Cuando se destruye una pequeña parte del mundo
llegan los obreros victoriosos de la esperanza.
Levantan un nuevo camino, sobre el camino.
Instalan tuberías, cables subterráneos que riegan el corazón,
Soplan a mediodía sobre el fuego de las brasas.
Comen tranquilos y piensan en la tarde del hogar.
Y salgo a la puerta para hablar con ellos,
acerca de la electricidad y sus secretos,
acerca de la pintura que no se resquebraja
a pesar de la humedad del cuerpo.
Hablo de este país, de estos días,
y no hablo de ti, porque cuando se destruye
una pequeña parte del mundo,
ellos llegan para crear otra.
Tema del uno sólo
Atiende el murmullo que nos marca.
Atiende el tiempo que se marcha.
Uno sólo vuelve al duro camino
de los trenes que van y no vuelven.
Uno sólo retoma la costumbre
de hablar consigo,
de enfrentarse a sí mismo
Uno sólo se persigue,
se vulnera,
fracasa.
Uno sólo se marca
a corazón.
Uno sólo.
Tema de la ventaja sobre el tiempo
Aventajo al hombre que vive sobre mi cabeza
en el piso sótano de mi corazón.
Me aventajo si dejo a un lado todo el peso
de este sentimiento que el tiempo no cura.
Y me aventajo, y te aventajo cuando miro el futuro
con la precisión de quien conquista los días.
Pero siento envidia
de los pájaros que se aparean esta primavera,
de las parejas que sobreviven y se abrazan
a la sombra de las arboledas.
Y siento envidia del tiempo que pasó,
y de mí mismo cuando mire atrás
y te recuerde. Y de mí mismo cuando el tiempo,
que es todo locura,
me deje en el lugar que para mí escogiste.
Tema del balance
De los mil besos,
de los minutos contados
de la luz a la sombra,
del plenilunio al pozo
de la herida sorda.
De aquél juramento sin voz,
de aquél momento espeso.
De todos los apuntes torcidos
en la agenda del despecho.
De la aventura nueva
y toda su discordia.
Del panorama salvaje
que mañana asoma.
De todo lo dicho y lo medido,
lo comprado y lo perdido.
De tu casa y mi mesa,
de tu cama y la estufa
que dejó para siempre primavera.
De lo entregado y lo tomado,
de lo esperado y compartido.
De la sinrazón que el corazón
conoce, y yo ni sé, ni vivo.
De los días del verano y del invierno,
del orgullo y la soberbia
y el amor en pie.
De todo lo pasado,
de todo lo esperado y consumido.
De todo este balance nos pagamos.
Tema del Amor
Así nos buscarán,
dos partes de una que fue.
Como tantos caídos.
Así nos verán
una parte que ya no es.
Como tantos caídos.
Amor que envenena
busca blanco.
Amor que acierta
busca acuerdo.
Me preguntas qué es amor.
Me pregunto qué es amor.
Está escrito: todo lo que esperamos.
Como tantos caídos.
De la rosa als llavis
Perquè has vingut ara torno a estimar:
dire el teu nom
i el cantarà l´alosa
Joan Salvat Papasseit
El cielo se enrojece de vejez y amor
y toma una rosa en los labios.
Hay quien guía mi estrella
cuando dejo tu ciudad.
Porque has venido vuelvo a amar
en el brote de menta de tu sonrisa
como una rosa cuando sale al sol,
en el perfume de magnolia
de tu pecho florido, de tu jardín oscuro
donde duerme tras siglos el beso redondo.
Me abrirán la puerta de tu cama
y llegaré silencioso, tiranía de amor,
con los ojos cerrados te diré
que la vida es siempre una fiesta.
Que el desnudo amor, moreno,
como pan de la calle donde vives,
como piel, tesoro, rosa roja
es misterio que ignora tu vientre
cuando la vida más negra fermenta.
Su pecho es el lugar de mi delito,
su cuerpo un recuerdo del alma
de doble filo.
Tema de los objetos
Los objetos, amor mío,
cuando reducen y se significan
y pueden ser todo amor
perdido, odio encontradizo,
nos vuelcan en la cabeza
y sin habla permanecen.
No puedo decirte
que me parece mentira.
Que me parece mentira que aún estén aquí.
Los objetos, amor mío,
cuando son, todo lo son.
Tema del violín primero
Atar el corazón, te dije siempre,
es cosa que no saben los más jóvenes.
Las cuerdas del violín quieren ser canto
y sólo las gargantas lo desprenden.
El gallo de mi barrio canta de noche.
Por la mañana, un eco nos indica
dónde gime la niña que no fuiste
y dónde he de buscar la sangre doble.
Al fin nos hallarán en los archivos
y no podrán vincular nuestros nombres.
Pues el metal de la cuerda no resiste
la tibieza clara de un corazón.
Y el placer de los hombres nunca busca
los restos del amor entre tanto frío.
Calderería
-Las Tres Estaciones-
Busco trenes que parten sin previo aviso.
Pero ahora, el tiempo, que todo es locura,
prepara en su maleta la costumbre
de mudar tus encuentros por los míos,
sustituir callada esta música
por el sordo ruido de bodegas
donde queda ahora amor.
Pero no hay queja que destino marque,
ni peso que los meses no deshagan.
El embalaje del beso es madera
y crecen sobre él hierba y paloma,
nido para mañana, voz de rabia.
Fue entonces que el guardián me cedió el paso.
Y me indicó un lugar donde tumbarme
a ver pasar el río en profunda tormenta.
Nadie conoce el corazón temible
que albergas. Nadie conoce el temor
que resguardan tus noches. Nadie sabe
cuando estás solo y un escalofrío
todo recorre, y un vacío absorbe
la atención del pretil a la corriente.
Supe por ti que el río guarda el alma.
Pero es el alma un barrio destrozado
donde el río conduce hasta tu cuesta.
Pregunta el barrendero por ti.
Y no contesto. Sigo el paso lento
y miro de revés tu luz aún encendida,
la música que parte la ventana,
no me permito parar, un paso más
incandescente
para abrasar los labios
y sin decir palabra.
Entonces bajo a la ciudad.
Los sentidos se azuzan si reviento.
Camino con la prisa y sin desmayo
a la visita próxima de estos casi muertos.
Uno me pregunta por ti.
Y no contesto. El vidrio de mis ojos
ya delata que busco en otro vino
tu presencia.
Pero bebo café, elogio la vida,
sufro en sonrisa y miento.
Pues nada importa cuando corazón
tiembla.
Ni la verdad a bofetadas vence.
Alguien propuso primavera.
Alguien que no sabía mis pasos y los tuyos.
Alguien que descubrió la farsa tarde.
Alguien que la verdad tuvo en su mano.
Que no sufrió aquél mes de marzo
el más leve rasguño en su alma.
Alguien que como yo sigue pensando
que cada flor renueva y cada flor se muere.
Que tú te has ido y ya no vuelves.
Alguien la realidad
de las rosas nos trajo.
Fueron reales, por tan poco tiempo.
Y sirvieron para poner nombre a las iniciales,
para cantar durante meses
voz en grito cada noche de fiesta,
cada calle cruzada,
cada paso de peatones unísono,
cada vez increíble en que amor dispuso
su campaña en tu puerta
y mi dolor se hace más grande al recordarlo:
en las noches de junio en que comprometimos
en tu vocal primera la esperanza.
En tu vocal segunda, nuestra entrega.
En tu vocal tercera el alma impuse.
Pero ya la lágrima, ya el final,
de improviso. Pero ya el llanto nuevo,
ya la escalera cerca.
Pero ya nada.
Sólo convencimiento.
El camarero pregunta por ti.
Yo no contesto. No sé de tus enfermedades
y tus horarios, ya nada sé de la afición
en que gastas el día.
Ya nada sé porque nada explica
que caiga de improviso
el recuerdo en torrente como río.
Ya nada explica que esta calle sea para mí solo,
que no paseamos bajo el arco de las manos.
Guardo para la memoria este sonido.
El ensayo y un abrazo.
Los crucigramas que resolvimos.
El juego dispuesto en la mesa.
Nada destruye la imagen
Acostumbrada de sentarte en mis rodillas.
El primer tiempo del verano.
La noche más sola de las noches.
El dolor entre el dolor.
Nada que recuerdes sea amargo,
Antes vendrá el tiempo en su juicio.
Entonces nos encontrará a cada cual
Lavando la promesa que no hicimos.
Esperando otro tren que llega tarde.
Nombrando la derrota por otro nombre
Acusando los días que tuvimos.
Pero todo pasará. Como Tiempo.
Como marca y fuego que se apaga.
Como voz escondida de recuerdo
que las noches borrachas invocan.
Que las piedras esconden a su sombra.
Como fotografía que cuelga en casa ajena
donde nos mira un desconocido
cada tarde.
A la puerta de tu casa
tras la compra y la noche corta
de cuerpo y cuerpo,
larga en la boca y el pelo mojado.
Pero todo pasará. Lo sé en la pintura nueva
de los portales. En la vuelta del sol
hasta mi ventana. En las rosas
renacidas realmente. Lo sé en el aviso
de los vecinos. En la preparación
que viste la calle. En mis ojos
más secos y cansados.
Todos lo saben en su experiencia
y yo lo acomodo en la memoria.
De nada vale el llanto simple,
a nadie conduce el milagro
del corazón hecho agua.
De nada vale preparar la nada
adecentar la apariencia, la calma
que muestro por la cuesta.
A nadie importa que pasó.
Porque nadie conoce la espera
que preside tu casa,
el trabajo que desfondó
la retaguardia del empeño.
Cuando vuelvo a mi cama trabajan los obreros.
Me preguntan por ti. Yo no contesto.
Ellos trabajan.
Desde los cimientos del corazón,
donde se alcanza en juego
de acróbata y andamio una rama de ti.
Donde queda la mezcla
y la humedad de todo este invierno.
Reparan el tejado, donde hicieron su nido
las sombras hace tiempo.
Trabajan los tabiques que los picos
demolieron, trabajan en las vigas
que sostuvieron nuestros días,
con la pintura amarilla del engaño.
Trabajan día y noche y me preguntan.
¿Quién vivió esta casa vacía?
¿quién sobrevivió tanto tiempo
que ya no recuerda el amargo
túnel de la noche más fría?
Vuelven a su trabajo y me olvidan.
Ya casi está terminada.
La casa que conociste tiene balcones
por donde mirar las torres.
El sótano es un estudio
de aquellos días.
La luz vuelve a raudales
hasta tu pecho. Un jarrón
preside la estancia junto a la fotografía
en la puerta de tu casa,
tras la compra y la noche corta
cuerpo a cuerpo,
larga en la boca y el pelo mojado.
Y es primavera en mi memoria.
Cuando las rosas reales volvieron
y el agua ya sólo es una factura.
Ahora el tiempo, que es todo locura,
prefiere ser desatento
en la limpieza del suelo.
Recorre la primavera de tu recuerdo:
era primavera cuando llegaron
a mi ventana los gallos luminosos
de tu aurora.
Es primavera cuando cuesta abajo
un pasado rueda en la realidad
de las rosas.
SOL EN OTRO BARRIO
(2002)
OFICINAS DEL SOL
En tu casa el sol
ha abierto oficina.
Y en mi sombra
la noche despacho.
Sellas mi salida
de tu vida.
Abro expediente
a mi corazón.
EDADES
Pero tú, dónde dejaste
mi corazón en barbecho,
escarchado,
dónde quedó cubierto
por hilos de teléfono?
Y aquél día de confesión
y propuesta, de sandía abierta
de par en par sobre las máquinas?
Qué fue, dónde están recuerdos
de promesas al fin de mi objeción?
Dónde los paseos en el parque?
Dónde la mínima esperanza
de seguir? Y mis canas perdidas?
Y el sentir sencillo tu cuerpo joven
y tu risa fresca de mar y campo
abierto a las flores de los veinte?
Pero yo, perro viejo ya en tus quehaceres,
serpiente de tus dudas y mis pasos,
paso atrás de las valentías,
señor de mis viajes y tus noches,
quedo en silencio cuando no llamas
y ya ni espero.
Que han venido grajos de tu juventud
y anidan las puertas de mi cama.
DEFENSA DE LOS TREINTA
Llegados a este punto, amigos,
recuerdos y experiencias, amores,
noches y días, externo e interno
todo. Avenidas de rosas
y calles de piedra, facultad,
seres queridos, llegados a este punto,
puente tanto atravesado.
Y aquellos bares del 86.
Que ya no están, persianas cerradas,
otros nombres. La ciudad nuestra está dsierta
en esta ciudad.
Pero no. Llegados a este punto
cada cual que cuente su historia
y nos queden coros de gentiles
oyendo alrededor el nombre de aquella
y la risa imperdonable de la bondad.
SOMBRA DEL LIRIO BLANCO
Yo tuve la juventud
y los besos turbios,
la ropa desordenada
el cuerpo tuyo
y cántaros de lirio
para el después, y después nunca.
Días malos, amigos siempre,
visitas imprevistas,
para bien, para mal.
Que hubo días y días, quiero decir.
El resto, sombras de cama,
noches casi eternas
que terminaban por hacerse día,
trastornos del cuerpo, lesiones internas.
El médico de la razón
no me habla.
Y el tiempo de antes,
no existe.
LA TERRAZA VACÍA
Para contar el tiempo y distinguir mundo y vida,
maestro, de nada nos sirve que estemos muertos,
pues un escopetazo sólo es epitafio, cruz y lápida.
Un disparo en el alma y a plena luz del día.
Esperaste todo más cierto que los números de los años,
simple persistencia de contar monedas, días
de vacaciones, nóminas, tantos por ciento, amor
violento, abandonado, noches sin interés.
Pero si no ha llegado el momento, y emerge,
(después de tantos meses ni por carta
me has contestado) ese empuje de raíz rabiosa,
decir cuatro palabras, hasta aquí hemos llegado,
si nos queda la instancia y el recurso
a todos los momentos que guarda el firmamento.
Entonces sí que puedes tomar asiento, amigo,
para abrir el paraguas gris de los infelices.
Así sigue la sangre repartida en lagos,
suturas que la tierra no comprende: fronteras.
Colores en los mapas, el mar nunca es azul,
ni una palabra cruza la vista del satélite
meteosat. Esto vemos, aunque tu mirada
te permute cielos por cabeceros de cama,
ninfas del barrio por cuentos de nunca acabar.
Hubo mejor hotel que este pozo sin fondo.
No saldrían de pobres los de la tierra húmeda,
ni el triste más triste y contemplativo hará
caso de ese soneto que está a medio escribir
en la tumba sin aire fresco ni minibar.
Ya era hora de retirarnos a este letargo,
respirar aire de mañana siendo mañana
y cuerpos de hoy de todos los días.
Son la vida y el mundo figuras del espejo
del tiempo y el espacio. Esta fue la respuesta.
La pregunta aún flota en la barra de un bar.
Ahora sé contestar: es cuestión de memoria.
Por no saber si era mundo o vida
quien ahogaba, quien quita las ganas de vivir.
Y ahora sin memoria de hoteles, anecdotario
que contar, un fantasma vigila en la terraza.
PERDICIÓN DE LAS FLORES
La vida otra vez sin casi,
la de los descubrimientos hechos
y los errores cometidos,
frágiles muestras de gafa redonda.
Palmeras y pinos, infancia, sol,
mar grande, carreteras de accidente
muestran baches de amor entrelazado.
Es 1962
en San Fernando de Cádiz.
La abuela María mira una rueca
sorprendida. Día de calor, isla,
bocas en el mercado y sandías.
Trajeron de Sevilla un título enmarcado.
Alfonso cruza cables en la tienda.
Isabel en tacón de perla catalana.
La sombra de los días en la playa
abriga la terraza del verano.
Se presenta la feria en camiseta.
En 1955,
Calle Real, Elena dice sí.
Se me viene encima mi madre
sobre un carabela. Hay un frasco
donde guardo dolores de cabeza
para piratería y anclas del manchón.
Aplastan por poco los días y la mirada,
las calles estrechas de Palos de la Frontera.
Los viejos me preguntan. Tu padre ya no vive
en la casa de Maestro Portela.
En 1948,
vía del astillero y mediodía,
te toma de la mano el jueves
y lleva quince días de estraperlo y jabón.
Me ves poco. Saltan juntos los caños,
el puente flotante de la Carraca,
buscamos cañaíllas y bocas de la isla.
CANCIONES
(1995-1997)
SINTAXIS DE AMOR
No me pidas que conjugue
tus verbos irregulares
que siempre el imperativo
termina por dominar.
Y perderemos los modos
buscando el condicional.
No me pidas oraciones
y que ordene el predicado,
por falta de conjunciones
pierdo la coordinación.
Sin atributos no tengo
ni sujeto para amor.
Déjame en tus adjetivos
y en tu cópula del beso,
los pronombres posesivos
terminan sentando mal.
Es más útil en futuro,
para usar el imperfecto,
de las personas del verbo
la primera del plural.
Hay amor intransitivo
sin complemento directo
donde los circunstanciales
no tienen preposición.
Y buscan el subjuntivo
implorando una oración.
Pero busco la semántica
en lo propio de tu nombre,
casi siempre los comunes
no nos entran en razón.
Entre el género y el número
no encontramos distinción.
Llévame en tu lenguaje
a la estructura profunda,
pienso en las superficiales
y no tengo en qué pensar.
De entre todos los modales
prefiero el indefinido,
y para jugar contigo
el arte de conjugar.