LOS GÉNEROS DEL DOLOR Y EL ABANDONO:
copla, tango y bolero
Alfonso Salazar
FONDO DE LETRAS
LETRAS QUE SE MENCIONAN EN LOS TEXTOS
Villoldo-Discépolo
1947
Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango, y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo;
conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.
Por tu milagro de notas agoreras
nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...
Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta 'e pie para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.
Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina.
Triste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.
LA BIEN PAGA
Perelló-Mostazo
Nada te debo
nada te pido
me voy de tu vera, olvídame ya
que he pagado con oro tus carnes morenas
no maldigas, paya, que estamos en paz
No te quiero
no me quieras
si todo me lo diste, yo nada te pedí
no me eches en cara que todo lo perdiste
también a tu vera yo todo lo perdí
Bien pagá
si tú eres la bien paga
porque tus besos compré
y a mí te supiste dar
por un puñado de parné
bien pagá, bien pagá
bien pagá fuiste, mujer
No te engaño,
quiero a otra
no creas por eso que te traicioné
no cayó en mis brazos
me dio sólo un beso
el único beso que yo no pagué
Nada te pido
nada me llevo
entre esas paredes dejó sepultadas
penas y alegrías, que te doy y me diste
y esas joyas que ahora para otro lucirás.
Quintero-León-Quiroga
Apoyada en el quicio de la mancebía
miraba encenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
Serrana, ¿me das candela?
Y yo te dije: Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré.
Dejaste
el caballo
y lumbre te di,
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos para mí.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaditos en mi corazón.
Para
mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vida son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Vimos desde el cuarto despertar el día
y sonar el alba en la Torre la Vela.
Dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela.
"Serrana, para un
vestido
yo te quiero regalar".
Yo te dije: "Estás
cumplido,
no me tienes que dar nada".
Subiste al caballo,
te fuiste de mí
y nunca una noche
más bella de mayo
he vuelto a vivir.
León-Quiroga
Cuando el domingo te pones
tu traje negro de pana
y ese clavel en la boca
y ese sombrero de ala ancha.
Cuando acaricias los hierros
de mi ventana
de tanto y tanto quererte
el corazón se me para.
No me llames Dolores
llámame Lola
que ese nombre en tus labios
sabe a amapola.
De noche y día sólo pienso en ti
eres la vida para mí.
Si te llamas Francisco,
llámate Antonio
que Antonio se llamaba mi primer novio.
Ni tu madre a mí me quiere
ni la mía a ti tampoco
que nos importa de nadie
si nos queremos nosotros.
Aunque pongan una tapia
y detrás de la tapia un pozo
han de saltarlo tus brazos
y han de cruzarlo mis ojos.
Quintero-León-Quiroga
Él vino en un barco de nombre extranjero,
lo encontré en el puerto un anochecer
cuando el blanco faro sobre los veleros
su beso de plata dejaba caer.
Era hermoso y rubio como la cerveza;
el pecho tatuado con un corazón.
En su voz amarga había la tristeza,
doliente y cansada, del acordeón.
Y entre dos copas de aguardiente
sobre el manchado mostrador
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor:
Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer.
Es el recuerdo del pasado
que nunca más ha de volver.
Ella me quiso, y me ha olvidado,
en cambio, yo no la olvidé,
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer.
Él se fue una tarde con rumbo ignorado
en el mismo barco que lo trajo a mí,
pero entre mis labios se dejó olvidado
un beso de amante que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos;
a los marineros pregunto por él,
y nadie me dice si está vivo o muerto
y sigo en mi duda, buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente,
de mostrador en mostrador,
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga mi dolor.
Mira tu nombre tatuado
en la caricia de mi piel,
a fuego lento lo he marcado
y para siempre iré con él.
Quizá ya tú me has olvidado,
en cambio, yo no te olvidé,
y hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscaré.
Escúchame, marinero,
y dime: ¿qué sabes de él?
Era gallardo y altanero,
y era más dulce que la miel.
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel.
Si te lo encuentras, marinero,
dile que yo muero por él.
¿Dónde estarán? pregunta la elegía
de quienes ya no son, como si hubiera
una región en que el Ayer pudiera
ser el Hoy, el Aún y el Todavía.
¿Dónde estará (repito) el malevaje
que fundó en polvorientos callejones
de tierra o en perdidas poblaciones
la secta del cuchillo y del coraje?
¿Dónde estarán aquellos que pasaron,
dejando a la epopeya un episodio,
una fábula al tiempo, y que sin odio,
lucro o pasión de amor se acuchillaron?
Los busco en su leyenda, en la postrera
brasa que, a modo de unas vaga rosa,
guarda algo de esa chusma valerosa
de los Corrales y de Balvanera.
¿Qué oscuros callejones o qué yermo
del otro mundo habitará la dura
sombra de aquel que era una sombra oscura,
Murana, ese cuchillo de Palermo?
¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos
se apiaden) que en un puente de la vía,
mató a su hermano el Ñato, que debía
más muertes que él, y así igualó los tantos?
Una mitología de puñales
lentamente se anula en el olvido;
una canción de gesta se ha perdido
en sórdidas noticias policiales.
Hay otra brasa, otra candente rosa
de la ceniza que nos guarda enteros;
ahí están los soberbios cuchilleros
y el peso de la daga silenciosa.
Aunque la daga hostil o esa otra daga,
el tiempo, los perdieron en el fango,
hoy, más allá del tiempo y de la aciaga
muerte, esos muertos viven en el tango.
En la música están, en el cordaje
de la terca guitarra trabajosa,
que trama en la milonga venturosa
la fiesta y la inocencia del coraje.
Gira en el hueco la amarilla rueda
de caballos y leones, y oigo el eco
de esos tangos de Arolas y de Greco
que hoy he visto bailar en la vereda,
en un instante que hoy emerge aislado,
sin antes ni después, contra el olvido,
y que tiene el sabor de lo perdido,
de lo perdido y lo recuperado.
En los acordes hay antiguas cosas:
el otro patio y la entrevista parra.
(Detrás de las paredes recelosas
el sur guarda un puñal y una guitarra.)
Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
los atareados años desafía;
hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la liviana melodía,
que sólo es tiempo. El tango crea un turbio
pasado irreal que de algún modo es cierto,
el recuerdo imposible de haber muerto
peleando, en una esquina del suburbio.
Jorge Luis Borges
Ver ensayo inédito de Jorge Luis Borges
Valverde-León-Quiroga
Entre la gente de bronce
que cantaba y que bebía
brillaba Lola Puñales.
Era una rosa flamenca
que a los hombres envolvía
igual que a los vendavales.
Vino primero don Pedro,
un marqués enamorado y galán,
pero la Lola con mucho saber
lo despreció por don Juan.
Y así la Puñales,
perdiendo y ganando,
trataba los hombres
de mala manera
hasta que una noche
la fueron matando
los ojos de un hombre
que dijo a su vera:
"¿Quién ha encendido
esas hogueras en tus ojeras
de petenera Lola Puñales?"
Y aunque no quieres dolores
matas de amores
a los mejores y más cabales.
Sin saber cómo ni cuándo
tú te vas a enamorar.
Con el fuego estás jugando
y te tienes que quemar.
Y verás entrañas mías
lo que son ducas mortales,
cuando llores de agonía
y te vengan claritas del día
sin dormir, Lola Puñales."
Con fatiguita de muerte
y sudores de agonía
lloraba Lola Puñales.
Porque aquel hombre moreno
se llevó para toda la vida
la rosa de sus rosales.
Mucho "te quiero, me muero mujer"
mucho "te juro por dios"
y si te vi no me acuerdo
después de que en sus brazos cayó.
Corrió como loca
buscando la reja
en donde de otra
los besos bebía.
Y un grito de muerte
se oyó en la calleja,
mientras que unos ojos
quedaban sin vida.
Vayan los jueces pasando,
vayan firmando,
que está esperando
Lola Puñales,
que no le importa esta pena,
ni ir a la trena,
que estoy serena y en mis cabales
Lo maté y a sangre fría
por hacer burla de mí
y otra vez lo mataría
si volviera a revivir.
Conque apunte el escribano:
al causante de mis males
por jurar cariño en vano
sin siquiera temblarle
la mano, lo mató Lola Puñales
León-Quiroga
Póngame usted las esposas, señor sargento Ramírez
póngame usted los grilletes, que será mejor así.
Que estoy pensando una muerte y no quiero cometerla,
que tengo un hijo y no quiero que se avergüence de mí.
Aunque no hallara motivo diga usted que soy ladrona,
que ando por malos caminos, que ofendí su autoridad.
Pero póngame usted presa, señor sargento Ramírez,
que mis manos no responden si sigo con libertad.
Carretera adelante yo prefiero ir
a seguirlo viéndolo con esa persona.
El agua y al aire me ha quitado a mí.
Señor sargento Ramírez martirio me da un cristiano
y yo no quiero tomarme la justicia por mi mano.
Yo te he sentenciado a muerte
pero me falta, serrano,
valor para aborrecerte.
Aquí tiene usted mis manos señor sargento Ramírez,
póngame usted los grilletes, cumpla usted con su deber.
Si usted me hubiera escuchado cuando yo vine a entregarme
no hubiera hecho la muerte que acabo de cometer.
Entre los juncos del río los dos se estaban besando
y una sombra blanquecía se apareció entre los dos.
Con un cuchillo de luna corté la flor de un te quiero,
los corales de su sangre el ala se los llevó.
Sargento Ramírez por amor de dios
que a mi criatura, por lo que mas quiera,
no le diga nadie lo que hice yo.
Señor sargento Ramírez martirio me dio un cristiano
y he tenido que tomarme la justicia por mi mano.
Yo misma te he dado la muerte
pero me falta, serrano,
valor para aborrecerte.
ANTONIO VARGAS HEREDIA
Mostazo-Merenciano-de la Oliva
Como un clavel grana
sangrando en la boca,
con una varita de mimbre en la mano,
por una vereda que lleva hasta el río
iba Antonio Vargas Heredia el gitano.
Entre los naranjos, la luna lunera
ponía en su frente su luz de azahar.
Y cuando apuntaban los claros del día,
lleva reflejo de verde olivar.
Antonio Vargas Heredia flor de la raza calé
cayó el mimbre de tu mano
y de tu boca el clavel.
De Puente Genil a Lucena,
de Loja a Benamejí
las mocitas de Sierra Morena
se mueren de pena, llorando por ti.
Era Antonio Vargas Heredia el gitano,
el más arrogante y el mejor plantado,
y por los contornos de Sierra Morena
no lo hubo más bueno,
más guapo ni honrado.
Pero por culpita de una hembra gitana
su faca en el pecho de un hombre se hundió,
los celos malditos, nublaron sus ojos
y el preso en la trena de rabia lloró.
H. Martins
No, ya no debo pensar que te amé,
es preferible olvidar que sufrí.
No, no concibo que todo acabó,
que este sueño de amor terminó,
que la vida nos separó sin querer.
Caminemos,
tal vez nos veremos después.
Esta es la ruta que estaba marcada,
sigo insistiendo en tu amor
que se perdió en la nada,
y vivo caminando sin saber
donde llegar, tal vez
caminando la vida nos vuelva a juntar.
No, no, no,
no ya no debo pensar que te amé,
es preferible olvidar que sufrí.
No, no concibo que todo acabó,
que este sueño de amor terminó,
que la vida nos separó sin querer.
Caminemos, tal vez nos veremos después.
Discépolo-Amadori
Fue a conciencia pura que
perdí tu amor.
nada más que por salvarte
hoy me odias
y yo, feliz,
me arrincono pa' llorarte.
El recuerdo que tendrás de mí
será horroroso.
Me verás siempre golpeándote
como a un malvado;
y si supieras bien qué generoso
fué que pagase así
¡tu buen amor!...
¡Sol de mi vida!...
Fui un fracasado,
y en mi caída
busque el echarte a un la'o.
porque te quise tanto,
tanto...
que en mi rodar
para salvarte
sólo supe
hacerme odiar.
Hoy, después de un año atroz,
te vi pasar.
me mordí para no llamarte,
ibas linda como un sol;
se paraban para mirarte.
Yo no sé si el que te tiene así
se lo merece.
Sólo sé que la miseria cruel
que te ofrecí
me justifica, al verte echa una reina
que vivirás mejor
lejos de mí
Perelló-Mostazo-Cantabrana
Cruzó los brazos para no matarla,
cerró los ojos para no llorar,
temió ser débil y perdonarla
y abrió la puerta de par en par.
Vete, mujer mala, vete de mi vera.
Rueda lo mismito que una maldición.
Que Dios te permita que el gaché que quieras
pague tus quereres con mala tradición.
Gitana, que tú serás
como la falsa moneda,
Que de mano en mano va
y ninguno se la queda.
Besó los negros zarcillos finos
que allí dejara cuando se fue,
y aquellas trenzas de pelo endrino
que en otros tiempos cortó para él.
Cuando se marchaba no intentó mirarla,
ni lanzó un quejido ni le dijo adiós.
Entornó la puerta y para no llamarla
se clavó las uñas en el corazón.
Dames-Manzi
Fui como una lluvia de cenizas y fatigas
en las horas resignadas de tu vida...
Gota de vinagre derramada, fatalmente derramada,
sobre todas tus heridas.
Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve
rosa marchitada por la nube que no llueve.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.
¡Vete...! ¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete...! No me beses que te estoy llorando
¡Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?, es mejor que mi dolor quede tirado con tu amor
librado de mi amor final.
¡Vete!, ¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!
Fuimos abrazados a la angustia de un presagio
por la noche de un camino sin salidas,
pálidos despojos de un naufragio
sacudidos por las olas del amor y de la vida.
Fuimos empujados en un viento desolado...
sombras de una sombra que tornaba del pasado.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza,
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.
Pedro Junco
Atiéndeme
quiero decirte algo
que quizá no esperes
doloroso tal vez.
Escúchame
que aunque me duela el alma
yo necesito hablarte,
y así lo haré
Nosotros,
que fuimos tan sinceros,
que desde que nos vimos
amándonos estamos.
Nosotros
que del amor hicimos
un sol maravilloso
romance tan divino.
Nosotros,
que nos queremos tanto,
debemos separarnos,
no me preguntes más.
No es falta de cariño,
te quiero con el alma,
te juro que te adoro
y en nombre de este amor,
y por tu bien, te digo adiós.
Enrique
S. Discépolo
1930
Victoria,
saraca, Victoria;
pianté de la noria,
se fue mi mujer!
Si
me parece mentira...
¡Después de seis años
volver a vivir!
Volver a ver mis amigos...
Vivir con mamá otra vez...
Me
saltaron los tapones
cuando tuve esta mañana
la alegría de no verla más;
y es que, al ver que no la tengo,
corro, salto, voy y vengo
desatentao. ¡Gracias a Dios,
que me salvé de andar
toda la vida atao
llevando el bacalao
de la emulsión de Scott!
Si no nace el marinero
que me tire esa piolita
para hacerme resollar,
yo ya estaba condenao
a morir crucificao
como el último infeliz...
¡Victoria,
saraca, Victoria;
pianté de la noria,
se fue mi mujer!
Me
da tristeza el panete,
chicato inocente
que se la llevó...
¡Cuando desate el paquete
y manye que se ensartó...!
¡Victoria,
cantemos victoria;
yo estoy en la gloria,
se fue mi mujer!
MALENA
Demare-Manzi
1941
Malena
canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón.
A yuyo del suburbio su voz perfuma,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tal vez allá en la infancia su voz de alondra
tomó ese tono oscuro de callejón,
o acaso aquel romance que sólo nombra
cuando se pone triste con el alcohol.
Malena canta el tango con voz de sombra,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tu canción
tiene el frío del último encuentro.
Tu canción
se hace amarga en la sal del recuerdo.
Yo no sé
si tu voz es la flor de una pena,
só1o sé que al rumor de tus tangos, Malena,
te siento más buena,
más buena que yo.
Tus ojos son oscuros como el olvido,
tus labios apretados como el rencor,
tus manos dos palomas que sienten frío,
tus venas tienen sangre de bandoneón.
Tus tangos son criaturas abandonadas
que cruzan sobre el barro del callejón,
cuando todas las puertas están cerradas
y ladran los fantasmas de la canción.
Malena canta el tango con voz quebrada,
Malena tiene pena de bandoneón.
María Grever
Cuando vuelva a tu lado
no me niegues tus besos
que el amor que te he dado
no podrás olvidar.
No me preguntes nada
que nada he de explicarte
que el beso que negaste
ya no lo puedes dar.
Cuando vuelva a tu lado
y esté sola contigo
las cosas que te digo
no repitas jamás,
por compasión,
une tu labio al mío
y estréchame en tus brazos
y cuenta los latidos
de nuestro corazón.
Isolina Carrillo
Dos gardenias para ti
con ellas quiero decir:
te quiero, te adoro, mi vida
ponles toda tu atención
que serán tu corazón y el mio
Dos
gardenias para ti
que tendrán todo el calor de un beso
de esos besos que te dí
Y que jamás te encontrarán
en el calor de otro querer.
A
tu lado vivirán y se hablarán
como cuando estás conmigo
y hasta creerán que se dirán:
te quiero.
Pero si un atardecer
las gardenias de mi amor se mueren
es porque han adivinado
que tu amor me ha traicionado
porque existe otro querer.
LA
MENTIRA
Alvaro Carrillo
Se te olvida,
que me quieres a pesar de lo que dices,
pues llevamos en el alma cicatrices,
imposibles de borrar.
Se te olvida,
que hasta puedo hacerte mal si me decido,
pues tu amor lo tengo muy comprometido,
pero a fuerza no será.
Y hoy resulta,
que no soy de la estatura de tu vida,
que al dejarme, casi, casi se te olvida,
que hay un pacto entre los dos.
Por
mi parte,
te devuelvo tu promesa de adorarme,
ni siquiera sientas pena por dejarme,
que este pacto, no es con Dios.
LLÉVATELA
Armando Manzanero
Llévatela.
Si al fin y al cabo piensa mucho en ti,
por la forma en que te mira comprendí,
que olvido todas las cosas que le di.
Llévatela.
Pero tienes que quererla como yo
es un poco caprichosa,
por momentos es celosa y, otras veces, cariñosa.
Hace
tiempo que me esta mintiendo
no me esta diciendo ninguna verdad.
Mis amores se han ido muriendo
seguir insistiendo seria necedad.
Llévatela.
Y si es cierto que le tienes mucho amor
eso hará que no le encuentres ni un error,
vivirás agradecido a su calor.
Olvidaba
decirte
que si al querer decir tu nombre
pronuncia el de otro hombre,
así le paso conmigo,
por eso vamos amigo
Te suplico la lleves por el bien de los tres.
TODA
UNA VIDA
Oswaldo Farrés
Toda
una vida, me estaría contigo,
no me importa en qué forma,
ni dónde, ni cómo, pero junto a ti.
Toda una vida, te estaría mimando,
te estaría cuidando, como cuido mi vida,
que la vivo por ti.
No me cansaría de decirte siempre,
pero siempre, siempre,
que eres en mi vida, ansiedad,
angustia y desesperación.
Toda una vida, me estaría contigo,
no me importa en qué forma,
ni dónde, ni cómo, pero junto a ti.
No me cansaría de decirte siempre,
pero siempre, siempre,
que eres en mi vida, ansiedad,
angustia y desesperación.
Toda una vida, me estaría contigo,
no me importa en qué forma,
ni dónde, ni cómo, pero junto a ti.
Rossi/Podestá
(Recitado)
"Está Listo". sentenciaron las comadres y el varón
ya difunto en el presagio, en el último momento
de su pobre vida rea, dejó al mundo el testamento
de esas amargas palabras, piantadas de su rencor...
(cantado)
Esta noche para siempre terminaron mis hazañas
un chamuyo misterioso me acorrala el corazón
alguien chaira en los rincones el rigor de una guadaña
y anda un algo cerca 'el catre olfateándome el cajón
los recuerdos mas fuleros me destrozan la cabeza
una infancia sin juguetes un pasado sin honor
el dolor de una cadena que aun me quema la muñeca
y una mina que arrodilla mis arrestos de varón.
Yo quiero morir conmigo y confesar y sin Dios
crucificado en mis penas como abrazado a un rencor
Nada le debo a la vida, nada le debo al amor
aquella me dio amargura y el amor una traición
Yo no quiero la clemencia de una lagrima sincera
ni palabra de consuelo no ando en busca de un perdón
no pretendo sacramento ni palabra funebrera
me le entrego mansamente como me entregué al botón
solo usted madre querida si viviese le daría
el consuelo de encenderle cuatro velas a mi amor
de volcar sobre tu pena como mieles de alegría
de llorar sobre mis manos y pedirme el corazón.
* existen variaciones sobre la letra según el intérprete
Ballesteros-Delfino
1930
Vení, acercate. No tengas miedo,
que tengo el puño, ya ves anclao;
yo solo quiero contarte un cuento
de unos amores que he balconeao.
Dicen que dicen que era una mina
todo ternura, como eras vos;
que fue el orgullo de un mozo taura
de fondo bueno, como era yo.
Y bate el cuento que en un cotorro
que era una gloria vivían los dos,
y dice el barrio que la quería...
con la fe misma que puse en vos.
Pero una noche que pa' un laburo
el taura manso se habia ausentao,
prendida de otros amores perros...
la mina aquella se le había alzao.
Dicen que dicen que desde entonces,
ardiendo de odio su corazón,
que el taura manso busco a la paica,
por cielo y tierra, como hice yo.
Y cuando quiso justo el destino
que la encontrara como aura vos,
trenzo sus manos en el cogote
de aquella perra, como hago yo.
deje vecina, no llame a nadie,
no tenga miedo; estoy, estoy desarmao
yo sólo quise contarle un cuento,
pero el encono me ha traicionao.
Dicen que dicen, vecina, que era
todo ternura la que murió...
que fue el orgullo de un mozo taura
de fondo bueno, como era yo.
De la Cruz-Marino
Pobre
"Pardo Pellegrini" que "piantastes" de la reja
Ensuciando a los muchachos con tu oficio batidor.
Hoy llevás como recuerdo de la pera hasta la ceja
un barbijo por la mugre que batiste al ruiseñor.
Vos que fuiste entre gratas un muchacho propiamente,
y que en todas las trifulcas la enguiñabas hasta el fin
Cuida el cuero, andá forrao, si te has hecho confidente,
porque, qué querés hermano va a llegar tu San Martín.
Por vos están a la sombra
el Mangrullo y el Mochila
el chueco Juancito Anguila
y Pascual el Metedor.
Por vos se supo la púa
que le enguiñaron de bute
como a cualquier farabute
a Pancho el Estafador.
Con tu pinta de marmota laburando de llavero,
te pasabas buena vida, mejor que la que llevás.
Pero un giorno medio malo pa'escurrir de un entrevero,
desataste a la sin güeso y embarraste lo demás.
Ya que todos te han calao de que sos un güey corneta,
y aunque ahora te arrepientas de haber hecho la traición,
pensá Pardo de que es cierto lo que dijo aquel poeta,
que "es al ñudo que lo fajen al que nace barrigón".
De la Cruz-Marino
1926
Como
con bronca, y junando
de rabo de ojo a un costado,
sus pasos ha encaminado
derecho pa'l arrabal.
Lo lleva el presentimiento
de que, en aquel potrerito,
no existe ya el bulincito
que fue su único ideal.
Recordaba aquellas horas de garufa
cuando minga de laburo se pasaba,
meta punguia, al codillo escolaseaba
y en los burros se ligaba un metejón;
cuando no era tan junao por los tiras,
la lanceaba sin tener el manyamiento,
una mina le solfeaba todo el vento
y jugó con su pasión.
Era un mosaico diquero
que yugaba de quemera,
hija de una curandera,
mechera de profesión;
pero vivía engrupida
de un cafiolo vidalita
y le pasaba la guita
que le shacaba al matón.
Frente a frente, dando muestras de coraje,
los dos guapos se trenzaron en el bajo,
y el ciruja, que era listo para el tajo,
al cafiolo le cobró caro su amor.
Hoy, ya libre'e la gayola y sin la mina,
campaneando un cacho’e sol en la vedera,
piensa un rato en el amor de su quemera
y solloza en su dolor.
Tagini-Tuegols
No te asustes ni me huyas...No he venido pa´vengarme
y mañana, justamente, ya me voy pa no volver...
He venido a despedirme y el gustazo quiero darme
de mirarte frente a frente y en tus ojos contemplarme,
silenciosa, largamente, como me miraba ayer...
He venido pa que juntos recordemos el pasado
como dos buenos amigos que hace rato no se ven;
a acordarme de aquel tiempo en que yo era un hombre honrado
y el cariño de mi madre era un poncho que había
sobre mi alma noble y buena contra el frío del desdén.
Una noche la huesuda me vistió el alma de duelo
mi querida madrecita se me fue a vivir con Dios
y en mis sueños parecía que mi vieja desde el cielo
me batía que eras buena...que confiara siempre en vos...
Pero me jugaste sucio y sediento de venganza...
un cuchillo en un mal rato se envainó en un corazón
y, más tarde, ya sereno, muerta mi única esperanza
unas lágrimas amargas las sequé en un bodegón.
Me encerraron muchos años en la sórdida gayola
y una tarde me libraron...pa'mi bien... o pa'mi mal...
Fui vagando por las calles y rodé como una bola...
pa´comer un plato de sopa, !cuantas veces hice cola!
Las auroras me encontraron largo a largo en un umbral.
Solamente vine a verte pa´dejarte mi perdón...
te lo juro: estoy contento que la dicha a vos te sobre;
voy al campo a laburarla...juntaré unos cuantos cobres
pa que no me falten flores cuando esté dentro´el cajón.
Iriarte-Brancatti
1925
¿Han
venido a prenderme? Ya estoy listo.
La cárcel a los hombres no hace mal.
¡Aquí me tienen! ¡Yo no me resisto!
¡Estoy vengado! ¡Soy el criminal!
¡Al fin pude ahogar mis hondas penas!
¡Qué importa de las otras que vendrán!
Yo no he de lamentar mis horas buenas,
las malas, como vienen ya se irán.
Antes, permitan que estampe,
un beso a mi pobre hijita;
que ha quedado huerfanita,
en el seno del hogar.
¡Venga un abrazo, mi nena!,
quédese con la vecina;
su padre va hasta la esquina,
prontito ha de regresar.
¡Vamos, pronto, oficial! ¡Y no se asombre,
del llanto que en mis ojos usted ve!
¡He dicho que la cárcel es para el hombre,
y allá voy, aunque en ella moriré!...
¡Es que pienso en este ángel que yo dejo
y mis lágrimas vierto sin querer!...
Por lo demás, yo digo, mi pellejo
bien sé poco y nada ha de valer.
¡Mañana, cuando ella moza,
sepa el final de la madre
que no piense que fue el padre,
un borracho, un criminal!
Díganle que yo la he muerto,
porque fue una libertina:
¡haga el favor, mi vecina!
¡Vamos, señor oficial!
Mora-Rienda
Los
barrios porteños, lo vieron pasearse
luciendo su estampa en toda ocasión.
Y allá en Mataderos, buscó refugiarse,
sentando su hombría de guapo en la acción.
Por hombre derecho llegó a conquistarse,
no solo gran fama, sino un corazón,
por quien una noche llegara a jugarse
la vida en un duelo, frente a otro varón.
Sin padrinos ni testigos
se encontraron los rivales
y el silencio de la noche
un disparo interrumpió.
Y el malevo en desventaja
por las armas desiguales
con el pecho ensangrentado
como un macho allí cayó.
De pronto un auxilio, y allá en la cortada
tendido en la calle se ve aquel varón...
que ayer entre taitas bien fuerte tallaba,
y al que hoy un cariño, sus manos pialó.
Rodeao de botones, se aguanta rebelde,
no afloja ni un pucho y en tanto dolor,
con gesto de rabia, los labios se muerde,
pa'no dar el nombre de aquel que lo hirió.
Y el malevo ya vencido,
palpitando su agonía,
mirando a la policía,
suplicaba en su dolor:
"Déjenme morir tranquilo,
sin que deschave su nombre
que el hombre para ser hombre
¡No debe ser batidor!
Tortonese, Velich, Platas
Por
Boca, Avellaneda, Barracas, Puente Alsina,
Belgrano, Mataderos y en todo el arrabal
paseó sus gallardías el zurdo Cruz Medina,
que fuera un buen amigo, sin grupo servicial.
Templado en el suburbio, fue taita entre matones,
vivió tejiendo sueños allá en el callejón,
en donde por las noches rondaban los botones
y en el café del barrio gemía el bandoneón.
Era un malevo sin trampas, sin padrinos y sin gloria;
sin miga de tanta historia, pero buen mozo y de acción.
Caseros lo vio jugarse sin aflojar ni un chiquito,
y en la nueve queda inscripto su coraje de varón.
Pero una noche oscura, guapeó en Avellaneda,
y en una rinconada del trágico arrabal
sonaron tres balazos y sobre la vereda
caía un hombre herido blandiendo su puñal.
Se oyeron los auxilios, corrió la policía,
y en un charcal de sangre, sonriendo al taita halló,
que herido mortalmente, rebelde en su agonía,
con voz de macho entero, sin pestañear habló;
"No me pregunten agentes, el hombre que me ha herido,
que será tiempo perdido porque no soy delator.
Déjenme, no más, que muera, y esto a nadie asombre,
que el varón para ser hombre, no debe ser batidor.
Cadicamo-Barbieri
1931
Es
media noche, el cabaret despierta,
muchas mujeres, flores y champagne.
Va a comenzar la eterna y triste fiesta
de los que viven al ritmo de un gotán.
Cuarenta años de vida me encadenan,
blanca la testa, viejo el corazón,
hoy puedo ya mirar con mucha pena
lo que en otros tiempos miré con ilusión.
Las
pobres milongas,
dopadas de besos,
me miran extrañas,
con curiosidad.
Ya no me conocen,
estoy solo y viejo,
no hay luz en mis ojos,
la vida se va.
Un
viejo verde que gasta su dinero
emborrachando a Lulú con su champagne,
hoy le negó el aumento a un pobre obrero
que le pidió un pedazo más de pan.
Aquella pobre mujer que vende flores
y fue en mi tiempo la reina de Montmartre
me ofrece con sonrisa unas violetas
para que alegren, tal vez, mi soledad.
Y
pienso en la vida.
las madres que sufren,
los hijos que vagan
sin techno, sin pan...
vendiendo "La Prensa",
ganando dos guitas.
¡Qué triste es todo esto!.
¡Quisiera llorar!
Tirao
por la vida de errante bohemio
estoy, Buenos Aires, anclao en París;
curtido de males, bandeado de apremios,
te evoco desde este lejano país.
Contemplo
la nieve que cae blandamente
desde mi ventana que da al bulevar.
Las luces rojizas con tonos murientes,
parecen pupilas de extraño mirar.
Lejano
Buenos Aires, ¡qué lindo que has de estar!
Ya van para diez años que me viste zarpar.
Aquí, en este Montmartre, faubourg sentimental,
yo siento que el rrecuerdo me clava su puñal.
¡Cómo
habrá cambiado tu calle Corrientes!
¡Suipacha, Esmeralda, tu mismo arrabal!
Alguien me ha contado que estás floreciente
y un juego de calles se da en diagonal.
¡No sabés las ganas que tengo de verte!
Aquí estoy parado, sin plata y sin fe.
¡Quién sabe una noche me encane la muerte
y... chau, Buenos Aires, no te vuelva a ver!
Homero Exposito-Galván.
1946
Cafetín
donde lloran los hombres
que saben el gusto
que dejan los mares.
Cafetín
y esa pena que amarga
mirando los barcos
volver a sus lares.
Yo esperaba,
porque siempre soñaba
la paz de una aldea
sin hambre y sin balas.
Cafetín
ya no tengo esperanzas
ni sueño ni aldea
para regresar.
Por los viejos cafetines
siempre rondan los recuerdos
y un compás de tango de antes
va a poner color
al dolor del emigrante.
Allí florece el vino
la aldea en el recuerdo
y el humo del tabaco.
Por los viejos cafetines
siempre rondan los recuerdos
de un país y de un amor.
Bajo el gris
de la luna madura
se pierde la oscura
figura de un barco
y al matiz
de un farol escarlata
las aguas del Plata
parecen un charco.
Que amargura,
la de estar de este lado
sabiendo que enfrente
nos llama el pasado.
Cafetín
en tu vaso de vino
disuelto el destino
que olvido por ti.
Penella
Voy a contarles a ustedes lo que a mí me ha sucedido
Que es la emoción más profunda que en mi vida yo he sentido.
Fue en Nueva York, una nochebuena ,que yo preparé una cena
pa' invitar a mis paisanos.
Y en la reunión, toda de españoles,
entre vivas y entre oles,
por España se brindó.
Pues aunque allí no beben por la ley seca
Y sólo al que está enfermo despachan vino
Yo pagué a precio de oro una receta
Y compré en la farmacia vino español,
vino español, vino español
El vino de nuestra tierra bebimos en tierra extraña
Qué bien que sabe ese vino
cuando se bebe lejos de España
Por ella brindamos todos
y fue el fin de aquella cena
La nochebuena más buena
que soñar pudo un español.
Mas de pronto se escuchó
un gramófono sonar,
Callar todos, dije yo,
y un pasodoble se oyó
que nos hizo suspirar.
Cesó la alegría, todos lloraban
Y nadie reía
Todos lloraban
Y oyendo esta música
allá en tierra extraña.
Eran nuestros suspiros, suspiros de España.
Valderrama, Serrapi, Pitto
Tengo que hacer un rosario
con tus dientes de marfil
para que pueda besarlo
cuando esté lejos de ti,
sobre sus cuentas divinas
hechas de nardo y jazmín
rezaré pá que me ampare
aquella que está en San Gil.
Y adiós mi España querida,
dentro de mi alma
te llevo metida,
y aunque soy un emigrante
jamás en la vida
yo podré olvidarte.
Cuando salí de mi tierra
volví la cara llorando
porque lo que más quería
atrás me lo iba dejando,
llevaba por compañera
a mi Virgen de San Gil,
un recuerdo y una pena
y un rosario de marfil.
Yo soy un pobre emigrante
y traigo a esta tierra extraña
y en mi pecho un estandarte
con los colores de España,
con mi patria y con mi novia
y mi Virgen de San Gil
y mi rosario de cuentas
yo me quisiera morir.
Gardel-Le Pera
1934
Mi
Buenos Aires querido
cuando yo te vuelva a ver,
no habrás más pena ni olvido.
El farolito de la calle en que nací
fue el centinela de mis promesas de amor,
bajo su quieta lucecita yo la vi
a mi pebeta, luminosa como un sol.
Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver,
ciudad porteña de mi único querer,
y oigo la queja
de un bandoneón,
dentro del pecho pide rienda el corazón.
Mi Buenos Aires
tierra florida
donde mi vida
terminaré.
Bajo tu amparo
no hay desengaños,
vuelan los años,
se olvida el dolor.
En caravana
los recuerdos pasan,
con una estela
dulce de emoción.
Quiero que sepas
que al evocarte,
se van las penas
de mi corazón.
La ventanita de mi calle de arrabal.
donde sonríe una muchachita en flor,
quiero yo de nuevo volver a contemplar
aquellos ojos que acarician al mirar.
En la cortada más maleva una canción
dice su ruego de coraje y de pasión,
una promesa
y un suspirar,
borró una lágrima de pena aquel cantar.
Mi Buenos Aires querido,
cuando yo te vuelva a ver,
no habrá más pena ni olvido.
Gardel-Le
Pera
1935
Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor..
La vieja calle donde el eco dijo
tuya es su vida, tuyo es su querer,
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.
Volver, con la frente marchita,
las nieves del tiempo platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada, errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Vivir, con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez.
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida...
Tengo miedo de las noches
que pobladas de recuerdos
encadenan mi soñar.
Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido, que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón.
Filiberto-Discépolo
1929
Decí, por
Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quien soy?
El malevaje extrañao,
me mira sin comprender...
Me ve perdiendo el cartel
de guapo que ayer
brillaba en la acción...
¿No ves que estoy embretao,
vencido y maniao
en tu corazón?
Te vi pasar tangueando altanera
con un compás tan hondo y sensual
que no fue más que verte y perder
la fe, el coraje,
el ansia 'e guapear.
No me has dejao ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz...
¡Ya no me falta pa' completar
más que ir a misa e hincarme a rezar!
Ayer, de miedo a matar,
en vez de pelear
me puse a correr...
Me vi a la sombra o finao;
pensé en no verte y temblé...
¡Si yo, -que nunca aflojé-
de noche angustiao
me encierro a yorar!...
Decí, por Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quien soy?
Razzano-Maroni
1930
Te
conquistaron con plata
y al trote viniste al centro,
algo tenías adentro
que te hizo meter la pata;
al diablo fue la alpargata
y echaste todo a rodar;
el afán de figurar
fue tu "hobby" más sentido
y ahora, hasta tenés marido...
las cosas que hay que aguantar.
M'hjita, me causa gracia
tu nuevo estado civil.
Si será gil ese gil
que creyó en tu aristocracia:
Vos sos la Ñata Pancracia,
alias "Nariz Arrugada",
vendedora de empanada,
en el barrio de Pompeya.
¿Y tu mama? Bueno, de ella,
¡respetemos la finada!
Y ahora tenés voaturé,
un tapao petí gris
y tenés un infeliz
que la chamuya en francés...
¡Qué hacés, tres veces que hacés,
Señora Ramos Lavalle!
Si cuando lucís tu talle,
con ese coso del brazo,
¡no te rompo de un tortazo,
por no pegarte en la calle!
¡Señora! ¡Pero hay que ver
tu berretín de matrona!
Sí te acordás de Ramona,
abonale el alquiler...
No te hagás la rastacuer
desparramando la guita,
bajá el copete m'hijita
con tu pinta abacanada...
¡Pero si so
Quintero- León-Quiroga
Se llamaba Dolorcitas
y era talmente una flor
pero nadie a la mocita
le dijo cosas de amor.
Sevilla madrugadora
la ve en el cierro coser
desde el filo de la aurora
al morado atardecer.
Y a través del encaje de los visillos
esta copla la llega como un cuchillo:
Picadita, picadita, picadita de viruela
con la cara morenita del color de la pajuela.
Nadie le dice bonita
nadie de amor la camela,
como un lirio se marchita
sentadita en su cancela.
Y el aquel de su penita
por Sevilla corre y vuela
no se casa esa mocita
porque tiene la carita
picadita de vuruela.
Oculta en la celosía
Dolores lo vio llegar
le dijo: "Entrañas mías
quisiera contigo hablar".
Y hablaron hasta de amores
mas siempre al anochecer
pensando siempre Dolores:
"Ay Dios mío si me ve".
Y una noche que hablando salió la luna
se cayeron las torres de su fortuna.
Picadita, picadita, picadita de viruela,
qué dolor de Dolorcitas
si un amor no la consuela,
uno le dijo bonita,
por él la niña se cuela
y al verla señaladita
no ha vuelto por la plazuela.
Y el aquel de su penita
por Sevilla corre y vuela
no se casa esa mocita
porque tiene la carita
picadita de viruela
Un hombre pasó una tarde
cantando coplas de amor,
la niña cerró cobarde
los vidrios del mirador.
Y el mozo que la cantara
volvió otra vez a pasar
"los ojitos de esa cara
yo los tengo que besar".
Y a través del encaje de los visillos
derechito a la niña fue el estribillo:
Picadita, picadita, picadita de viruela,
con la cara más bonita
que la flor de la canela,
no le vuelvas la carita
mi bien a quien te camela
y escucha dos palabritas
sentadita en tu cancela.
Y verás que a la mijita
por Sevilla corre y vuela
que se casa una mocita,
aunque tiene la carita
picadita de viruela.
Se ha casado Dolorcitas
y al año, vaya canela,
nació la flor mas bonita
de todas las callejuelas.
Y Sevilla a la mijita
puso fin a la novela
ha nacido una rosita
de una madre picadita,
picadita de viruela.
A
LA LIMA Y AL LIMÓN
León-Quiroga
La vecinita de enfrente no, no,
no tiene los ojos grandes.
Ni tiene el talle de espiga, no, no,
ni son su labios de sangre.
Nadie se acerca a su reja,
nadie llama en sus cristales.
Que sólo el viento de noche
es quien le ronda la calle.
Y los niños cantan a la rueda, rueda.
Esta triste copla que el viento le lleva.
A la Lima y al Limón,
tú no tienes quien te quiera.
A la Lima y al Limón,
te vas a quedar soltera.
Qué penita y qué dolor.
Qué penita y qué dolor,
la vecinita de enfrente soltera se quedó.
Solterita se quedó.
A la Lima y al Limón.
La vecinita de enfrente no, no,
nunca pierde la esperanza.
Y espera de noche y día, si, si,
aquel amor que no pasa.
Se han casado sus amigas,
se han casado sus hermanas.
Y ella compuesta y sin novio
se ha quedado en la ventana.
Y los niños cantan a la rueda, rueda.
El mismo estribillo que el viento le lleva.
A la Lima y al Limón,
tú no tienes quien te quiera.
A la Lima y al Limón,
te vas a quedar soltera.
Qué penita y qué dolor.
Qué penita y qué dolor,
la vecinita de enfrente soltera se quedó.
Solterita se quedó.
A la Lima y al Limón.
La vecinita de enfrente sí, sí,
a los treinta se ha casado,
con un señor de cincuenta, sí, sí,
que dicen que es magistrado.
Lo luce por los paseos,
lo luce por los teatros.
Y va siempre por la calle
cogidita de su brazo.
Y con ironía siempre tararea,
el mismo estribillo de la rueda, rueda.
A la Lima y al Limón,
que ya tengo quien me quiera
A la Lima y al Limón,
que no me quedé soltera.
Ya mi pena se acabó.
Ya mi pena se acabó,
que un hombre llamó a mi puerta
y le di mi corazón,
y conmigo se casó.
A la Lima y al Limón.
Cadícamo-Bardi
1930
Pobre
solterona te has quedado
sin ilusión, sin fe...
Tu corazón de angustias se ha enfermado,
puesta de sol es hoy tu vida trunca.
Sigues como entonces, releyendo
el novelón sentimental,
en el que una niña aguarda en vano
consumida por un mal de amor.
En la soledad
de tu pieza de soltera está el dolor.
Triste realidad
es el fin de tu jornada sin amor...
Lloras y al llorar
van las lágrimas temblando tu emoción;
en las hojas de tu viejo novelón
te ves sin fuerza palpitar.
Deja de llorar
por el príncipe soñado que no fue
junto a ti a volcar
el rimero melodioso de su voz.
Tras el ventanal,
mientras pega la llovizna en el cristal
con tus ojos más nublados de dolor
soñás un paisaje de amor.
Nunca tuvo novio, ¡pobrecita!
¿Por qué el amor no
fue
a su jardin humilde de muchacha
a reanimar las flores de sus años?.
¡Yo, con mi montón de desengaños
igual que vos, vivo sin luz,
sin una caricia venturosa
que haga olvidar mi cruz!
Achero Manzi-Homero Manzi
1949
Las
ruedas embarradas del último organito
vendrán desde la tarde buscando el arrabal,
con un caballo flaco y un rengo y un monito
y un coro de muchachas vestidas de percal.
Con pasos apagados elegirá la esquina
donde se mezclan luces de luna y almacén
para que bailen valses detrás de la hornacina
la pálida marquesa y el pálido marqués.
El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar;
y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.
Tendrá una caja blanca el último organito
y el asma del otoño sacudirá su son,
y adornarán sus tablas cabezas de angelitos
y el eco de su piano será como un adiós.
Saludarán su ausencia las novias encerradas
abriendo las persianas detrás de su canción,
y el último organito se perderá en la nada
y el alma del suburbio se quedará sin voz.
Discépolo
1928
Sola,
fané, descangayada,
la vi esta madrugada
salir de un cabaret;
flaca, dos cuartas de cogote
y una percha en el escote
bajo la nuez;
chueca, vestida de pebeta,
teñida y coqueteando
su desnudez...
Parecía un gallo desplumao,
mostrando al compadrear
el cuero picoteao...
Yo que sé cuando no aguanto más
al verla, así, rajé,
pa' no yorar.
¡Y pensar que hace diez años,
fue mi locura!
¡Que llegué hasta la traición
por su hermosura!...
Que esto que hoy es un cascajo
fue la dulce metedura
donde yo perdí el honor;
que chiflao por su belleza
le quité el pan a la vieja,
me hice ruin y pechador...
Que quedé sin un amigo,
que viví de mala fe,
que me tuvo de rodillas,
sin moral, hecho un mendigo,
cuando se fue.
Nunca soñé que la vería
en un "requiscat in pace"
tan cruel como el de hoy.
¡Mire, si no es pa' suicidarse
que por ese cachivache
sea lo que soy!...
Fiera venganza la del tiempo,
que le hace ver deshecho
lo que uno amó...
Este encuentro me ha hecho tanto mal,
que si lo pienso más
termino envenenao.
Esta noche me emborracho bien,
me mamo, ¡bien mamao!,
pa' no pensar.
Buglione-Pardo
1922
Maleva que
has vuelto al nido
de tu garufa arrepentida,
ya no sos la mantenida
que deslumbraba en el Pigall;
ya no tenés más berretines
de lujo y milonga,
de vicio y placer.
Volvés a tu vida primera
y la milonguera
vuelve a ser mujer.
Tal vez algún día
oyendo un tango malevo
arderá en tu alma un deseo
que matará el corazón.
Vos, que siempre fuiste
la reina de los festines,
ya no querés copetines,
ni tangos ni bandoneón.
Y ahora de nuevo en tu barrio
y por todos respetada,
viendo tu vieja encantada
con tu regeneración,
dentro de tu corazón
has de pensar que el cariño
tendió su manto de armiño
para abrigarte mejor.
Delfino-Bustamante
1927
No abandones
tu costura,
muchachita arrabalera,
a la luz de la modesta
lamparita a kerosene...
No la dejés a tu vieja
ni a tu calle, ni al convento,
ni al muchacho sencillote
que suplica tu querer.
Desecha los berretines
y los novios milongueros
que entre rezongos del fuelle
¡te trabajan de chiqué!
No salgas de tu barrio, sé buena muchachita
casate con un hombre que sea como vos
y aún en la miseria sabrás vencer tu pena
y ya llegará un día en que te ayude Dios.
Como vos, yo, muchachita
era linda y era buena,
era humilde y trabajaba
como vos en un taller;
dejé al novio que me amaba
con respeto y con ternura,
por un niño engominado
que me trajo al cabaret;
me enseñó todos sus vicios
pisoteó mis ilusiones
hizo de mí este despojo,
muchachita, ¡que aquí ves!
Collazo-Fontaina
1928
Cansada de
los gomina,
los niños bien y fifí,
ayer oí que una piba
con bronca cantaba así:
Mama, yo quiero un novio
que sea milonguero, guapo y compadrón,
que no se ponga gomina
ni fume tabaco inglés,
que pa' hablar con una mina
sepa el chamuyo al revés.
Mama, si encuentro ese novio
juro que me pianto aunque te enojés.
Ayer un mozo elegante
con pinta de distinguido
demostrando ser constante
desde el taller me ha seguido,
mas cuando estuvo a mi lado
me habló como un caramelo
del sol, la luna y el cielo
y lo pianté con razón.
Mama, yo quiero un novio
que sea milonguero, guapo y compadrón,
de los del gacho ladeado,
trencilla en el pantalón,
que no sea un almidonado
con perfil de medallón.
Mama, yo quiero un novio
que al bailar se arrugue como un bandoneón.
Yo quiero un hombre copero,
de los del tiempo del jopo,
que al truco conteste quiero
y en toda banca va al copo.
Tanto me da que sea un pato
y si mi novio precisa
empeño hasta la camisa
y si eso es poco, el colchón.
Mama, yo quiero un novio
que sea milonguero, guapo y compadrón.
COMPUESTA
Y SIN NOVIO
León-Quiroga
Yo tuve un novio barbero
y la vecina me lo quitó.
Tuvieron diez churumbeles
con la cabeza como un farol.
El guardia de los padrones
dijo: Qué espanto, qué atrocidad!
Cabeza de esta familia
tiene unos cuantos, quién lo será.
Con el barbero, no me he casado.
Del quebradero de las cabezas
yo me he librado.
Porque no te casas niña,
dicen por los callejones.
Yo estoy compuesta y sin novio
porque tengo mis razones.
Marido, suegra y cuñado,
diez niños y uno de cría,
que la plaza, que la gripe,
que tu madre, que la mía.
Son muchas complicaciones
Soltera para toda mi vida.
Me encuentro yo al matrimonio
todos los domingos en el café.
Las caras de avinagrados
porque se aburren como un ciprés.
Los niños rompen los platos
y con la espuerta de un albañil,
le meten a padre y madre
las cucharillas por la nariz.
Con el barbero, no me he casado.
Y del martirio de las cucharas
yo me he librado.
Soltera, ay, que felicidad mas grande.
Sin niños, sin marido, sin problemas, ole.
Solterita, que sí!
Perelló – Mostaza
El
tronío, la guapeza y la solera,
y el embrujo de la noche sevillana
no lo cambio por la gracia cortijera
y er trapío de mi jaca jerezana.
A su grupa voy lo mismo que una reina
con espuelas de diamantes a los piés,
que luciera por corona y como peina,
la majeza del sombrero cordobés.
Mi
jaca
galopa y corta el viento
cuando pasa por el puerto
caminito de Jerez.
La quiero
lo mismito que al gitano
que me está dando tormentos
por culpita del querer.
A la grupa de mi jaca jerezana
voy meciéndome artanera y orgullosa,
como mece el aire por mi ventana
los geranios, los claveles y las rosas.
A su paso con el polvo del sendero,
cuando trota para mí forma un altar,
que ilumina el resplandor de los luceros
y que alfombra la ilusión de mi cantar.
Popular
En
el cafe de Chinitas
dijo Paquiro a su hermano:
Soy mas valiente que tu
mas torero y mas gitano.
En
el cafe de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
Soy mas valiente que tu
mas gitano y mas torero.
Saco
Paquiro el relo
y dijo de esta manera:
Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media.
Al
dar las cuatro en la calle
se salieron del cafe
y era Paquiro en la calle
un torero de cartel.
Popular
Tres
morillas me enamoran
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.
Tres
morillas tan garridas
iban a coger olivas,
y hallábanlas cogidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.
Y
hallábanlas cogidas,
y tornaban desmaídas
y las colores perdidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.
Tres
moricas tan lozanas,
tres moricas tan lozanas,
iban a coger manzanas
a Jaén:
Axa y Fátima y Marién.
Popular
Las manos de mi cariño te están bordando una capa con agremán de alhelíes y con esclavina de agua. Cuando fuiste novio mío, por la primavera blanca, los cascos de tu caballo cuatro sollozos de plata. La luna es un pozo chico, las flores no valen nada, lo que valen son tus brazos cuando de noche me abrazan, lo que valen son tus brazos cuando de noche me abrazan.
Santonja-Penella
Era un huerto alegre cuajado de flores
en la vega hermosa que el Turia acaricia,
era un nido eterno de los ruiseñores,
jardín encantado de toda delicia.
Allí en la barraca nació Vicenteta
que a las mismas flores envidia les daba,
le vi cierta noche, mocita indiscreta,
a un humilde artista que fiel la adoraba.
Y ante los encantos de musa tan bella
fue la amante de ella el pobre escultor
que esclavo del arte, en su alma sentía
así le decía, temblando de amor:
Chiqueta, chiqueta meua
yo ta imatge vui copiar
serás la Maredeueta.
La Maredeueta mès volguda
y boniqueta que es venera en el altar.
Bajo el emparrado de la barraqueta
una bella imagen labró entre las flores,
y copiando el rostro, de su Vicenteta
modeló un conjunto de gracias y amores.
De sus brujas manos surgió la escultura
con calor de vida que su arte le daba
y fue aquella imagen de amor y ternura
la sagrada Virgen que el pueblo adoraba.
Y por vez primera, cubierta de flores
la gloriosa Virgen salió en procesión
y al verle las mozas, su cara de cielo
de todas las bocas, salió esta canción:
Mireu a la Vicenteta, me es igual
n´ho pot estar, ella es la Maredeueta.
La maredeueta mes volguda y boniqueta
que es venera en el altar.
Todo en la barraca cantaba y reía,
feliz el artista amó a Vicenteta
pero ella por otro en aciago día
huyó para siempre de su barraqueta.
Él quedó tan triste que aquel mismo año,
al salir su Virgen en la procesión,
recordando al verla, su cruel desengaño
quiso destrozarla, gritando traición.
Se paró la gente, cesaron los cantos
insultó a la Virgen en su frenesí
más pronto, rendido, vencido, humillado,
cayó arrodillado, diciéndole así:
O Santa Maredehueta,
No me faces desgraciat
Torna la meua chiqueta.
La meua chiqueta
Que te la teua careta
Mare dels desamparats.
Un señorito muy petimetre
se entró en mi casa cierta mañana
y así me dijo al primer envite.
Diga usted ¿quiere ser mi maja?
Yo le respondí con mi sonete,
Con mi canto, mi baile y soflama:
¡Qué chusco es usted señorito!
Usted quiere... ¡Caramba! ¡Caramba!
Donato-Lenzi
Corrientes
3, 4, 8,
segundo piso, ascensor.
No hay porteros ni vecinos.
Adentro, cocktail y amor.
Pisito que puso Maple:
piano, estera y velador,
un telefón que contesta,
una victrola que llora
viejos tangos de mi flor
y un gato de porcelana
pa' que no maulle al amor.
Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos.
Y todo a media luz
crepúsculo interior.
¡Qué suave terciopelo
la media luz de amor!
Juncal 12, 24
Telefoneá sin temor.
De tarde, té con masitas;
de noche, tango y cantar.
Los domingos, tés danzantes;
los lunes, desolación,
Hay de todo en la casita:
almohadones y divanes;
come en botica, cocó;
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor.
Carlos GardelLe Pera
Peggy,
Betty, Julie, Mary,
rubias de New York,
cabecitas adoradas
que mienten amor.
Dan envidia a las estrellas,
yo no sé vivir sin ellas.
Betty, Julie, Mary, Peggy,
de labios en flor.
Es como el cristal
la risa loca de Julie,
es como el cantar
de un manantial.
Turba mi soñar
el dulce hechizo de Peggy,
su mirar azul
hondo como el mar.
Deliciosas criaturas perfumadas,
quiero el beso de sus boquitas pintadas.
Frágiles muñecas
del olvido y del placer;
ríen su alegría,
como un cascabel.
Rubio cocktail que emborracha,
así es Mary.
Tu melena que es de plata
quiero para mí.
Si el amor que me ofrecías
sólo dura un breve día,
tiene el fuego de una brasa
tu pasión, Betty.
Deliciosas criaturas perfumadas,
quiero el beso de sus boquitas pintadas.
Frágiles muñecas
del olvido y del placer,
ríen su alegría,
como un cascabel.
Troilo-Cadícamo
¡Qué
noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento.
¡Parece un pozo de sombras la noche
y yo en la sombra camino muy lento.!
Mientras tanto la garúa
se acentúa
con sus púas
en mi corazón...
En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera arrancarla,
desecharla
y olvidarla
la recuerdo más.
¡Garúa!
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera.
Sintiendo tu hielo,
porque aquella, con su olvido,
hoy le ha abierto una gotera.
¡Perdido!
Como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra...
Garúa... tristeza...
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!
¡Qué noche llena de hastío y de frío!
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy, como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote.
Las gotas caen en el charco de mi alma
hasta los huesos calados y helados
y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome.
Piazzolla-Ferrer
Las
tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa,
por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de
atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de
primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la
camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una
banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me
ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces
celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!,
que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te
regalo una banderita, y te digo...
(Cantado)
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!
(Recitado)
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:
(Cantado)
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
(Gritado)
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo
Villoldo
Yo
tengo una bicicleta
que costó 2.000 pesetas
y que corre más que un tren.
Por la tarde yo me monto,
y más ligero que un rayo,
voy a lucir este cuerpo
por la Avenida de Mayo.
A Palermo muy temprano,
los domingos suelo ir,
y se quedan embobados
muchos ciclistas que hay por ahí.
Las bicicletas
son muy bonitas
y las montan en pelo,
las señoritas;
por cierto que hay
mil discusiones,
porque han de llevar faldas
o pantalones.
Los sombreros a la moda,
que ahora llevan las señoras
son una barbaridad.
Tienen todos grandes cintas,
y luego la mar de lazos,
con plumas de pavo arriba
y plumas de pavo abajo.
Y al pobrete, que en un teatro
le toque detrás estar,
si quiere ver las funciones
una siestita se puede echar.
Porque hay sombreros,
de algunas damas,
con lechugas y coles,
troncos y ramas.
Y con jilgueros
y con canarios,
con palomas y loros
y campanarios.
En la época presente
no hay nada tan floreciente
como la electricidad.
El teléfono, el micrófono,
el tan sin rival fonógrafo,
el pampirulíntintófono,
y el nuevo cinematógrafo.
El biógrafo, el caustígrafo,
el pajalacaflunchincófono,
el chincatapunchincógrafo
y la asaúra hecha con arroz.
Todos estos nombres
y muchos más,
tienen los aparatos
de electricidad,
que han inventado
desde hace poco,
con idea que el mundo
se vuelva loco.
Enrique Santos Discépolo
Que
el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...
¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...
¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...
¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...
SIBONEY
Ernesto Lecuona
Siboney, yo te quiero yo me muero por tu amor.
Siboney, en tu boca la miel puso su dulzor.
Ven aquí, que te quiero
y que todo tesoro eres tú para mí.
Siboney, al arrullo de las palmas pienso en ti.
Siboney de mi sueño
si no oyes la queja de mi voz,
Siboney si no vienes me moriré de amor.
Siboney de mis sueños te espero
sin ansia en mi caney,
Siboney si no vienes yo moriré de amor.
Oye el eco de mi canto de cristal,
que no se pierda por entre el ruido manigual.
Pasacalles de la zarzuela Las Leandras (Alonso-Millán)
Por la calle de Alcalá
con la falda almidoná
y los nardos apoyaos a la cadera.
La florista viene y va
y sonríe descará
por la acera de la calle de Alcalá.
Y el buen mozo que la ve,
va y le dice venga usted
a ponerme en la solapa lo que quiera.
Que la flor que usted me dá,
con envidia la verá
todo el mundo por la calle de Alcalá.
Lleve usted nardos, caballero,
si es que quiere a una mujer.
Nardos no cuestan dinero
y son lo primero para convencer.
Llévelos y si se decide,
no me moveré de aquí.
Luego si alguien se los pide,
nunca se le olvide que yo se los dí.
Lleve usted nardos, caballero,
si es que quiere a una mujer.
Nardos no cuestan dinero
y son lo primero para convencer.
Y el buen mozo que la ve,
va y le dice venga usted
a ponerme en la solapa lo que quiera.
Que la flor que usted me dá,
con envidia la verá
todo el mundo por la calle de Alcalá.
Lleve usted nardos, caballero,
si es que quiere a una mujer.
Nardos no cuestan dinero
y son lo primero para convencer.
Llévelos y si se decide, no me moveré de aquí.
Luego si alguien se los pide,
nunca se le olvide que yo se los dí.
Lleve usted nardos, caballero,
si es que quiere a una mujer.
Nardos no cuestan dinero
y son lo primero para convencer.
Alberto Domínguez
Nadie
comprende lo que sufro yo
tanto, pues ya no puedo sollozar;
solo, temblando de ansiedad estoy
todos me miran y se van.
Mujer,
si puedes tú con Dios hablar,
pregúntale si yo alguna vez
te he dejado de adorar.
Y
al mar, espejo de mi corazón,
las veces que me ha visto llorar
la perfidia de tu amor.
Te
he buscado por doquiera que yo voy,
y no te puedo hallar.
¿Para qué quiero otros besos
si tus labios no me quieren ya besar?
Y
tú, quién sabe por dónde andarás
quien sabe que aventuras tendrás
que lejos estás de mí.
1935
LePera-Gardel
Por
una cabeza
de un noble potrillo
que justo en la raya
afloja al llegar,
y que al regresar
parece decir:
No olvidé, hermano,
vos sabés, no hay que jugar.
Por una cabeza,
metejón de un día
de aquella coqueta
y burlona mujer,
que al jurar sonriendo
el amor que está mintiendo,
quema en una hoguera
todo mi querer.
Por una cabeza,
todas las locuras.
Su boca que besa,
borra la tristeza,
calma la amargura.
Por una cabeza,
si ella me olvida
qué importa perderme
mil veces la vida,
para qué vivir.
Cuántos desengaños,
por una cabeza.
Yo jugué mil veces,
no vuelvo a insistir.
Pero si un mirar
me hiere al pasar,
sus labios de fuego
otra vez quiero besar.
Basta de carreras,
se acabó la timba.
¡Un final reñido
ya no vuelvo a ver!
Pero si algún pingo
llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero.
¡Qué le voy a hacer..!
Ricardo-Gardel-Flores
1921
Se
te embroca desde lejos, pelandruna abacanada,
que has nacido en la miseria de un convento de arrabal...
Porque hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada,
la manera de sentarte, de mirar, de estar parada
o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas de percal.
Ese
cuerpo que hoy te marca los compases tentadores
del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,
mientras triunfa tu silueta y tu traje de colores,
entre el humo de los puros y el champán de Armenonville.
Son macanas, no fue un guapo haragán ni prepotente
ni un cafisho de averías el que al vicio te largó...
Vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente...
¡berretines de bacana que tenías en la mente
desde el día que un magnate cajetilla te afiló!
Yo recuerdo, no tenías casi nada que ponerte,
hoy usas ajuar de seda con rositas rococó,
¡me revienta tu presencia... pagaría por no verte...
si hasta el nombre te han cambiado como has cambiado de suerte:
ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot!
Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana
a un lujoso reservado del Petit o del Julien,
y tu vieja, ¡pobre vieja! lava toda la semana
pa' poder parar la olla, con pobreza franciscana,
en el triste conventillo alumbrado a kerosén.
Gardel-Razzano-Flores
1923
Rechiflado
en mi tristeza, te evoco y veo que has sido
en mi pobre vida paria sólo una buena mujer.
Tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.
Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión.
Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
Ios morlacos del otario los jugás a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.
Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones,
te engrupieron los otarios, las amigas y el gavión;
la milonga, entre magnates, con sus locas tentaciones,
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones,
se te ha entrado muy adentro en tu pobre corazón.
Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado;
no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás...
Los favores recibidos creo habértelos pagado
y, si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado,
en la cuenta del otario que tenés se la cargás.
Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer;
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abrás de las paradas con cafishos milongueros
y que digan los muchachos: Es una buena mujer.
Y
mañana, cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en tu pobre corazón,
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
pa'ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.
Tango
Música: José María Aguilar
He
rodao como bolita de pebete arrabalero
y estoy fulero y cachuso por los golpes, ¿qué querés?
Cuantas veces con un cuatro a un envido dije ¡Quiero!...
y otra vez me fui a baraja y tenía treinta y tres.
Te conocí cuando entraba a fallarme la carpeta,
me ganaste con bondades poco a poco el corazón.
El hombre como el caballo, cuando ha llegado a la meta
afloja el tren de carrera y se hace manso y sobón.
Vos sos buena, no te alcanza ni el más mínimo reproche
y sos para mí una amiga desinteresada y leal,
una estrella en lo triste de mi noche,
una máscara de risa en mi pobre carnaval...
Vos me torciste la vida, te pusiste en mi camino
para alumbrarme con risas, con amor y con placer.
Y entré a quererte, por esa ley del destino
sin darme cuenta que estaba ya viejo para querer...
¿Viejo?...Porque tengo miedo que me sobrés en malicia.
¿Viejo?...Porque desconfío que me querés amurar.
Porque me estoy dando cuenta que fue mi vida ficticia
y porque tengo otro modo de ver y filosofar.
Sin embargo, todavía, si se me cuadra y me apuran
puedo mostrarle a cualquiera que sé hacerme respetar.
Te quiero como a mi madre, pero me sobra bravura
pa'hacerte saltar pa'arriba cuando me entrés a fallar.
Pocas veces tiene la suerte el lector de contar con un documento como el que hoy publica El Cultural: un ensayo de Borges, inédito, y sobre el tango. El hombre de la esquina rosada, el poeta de los tigres y los espejos, tenían algo en común: amaban el tango con la misma pasión canalla de su autor, el exquisito y genial Borges. El poeta, que mantuvo siempre su militante y a veces extravagante cosmopolitismo, nunca dejó de lado las formas más populares de la cultura argentina. Se sentía, escribe aquí, "expresado, confesado en el tango". De ahí este apasionante recorrido por el tango como imagen y resumen del alma argentina. Ya lo dijo Óscar Bianchi: "Borges es tango y no sólo tango". Borges sólo es Borges en el espejo. Éste que busca las raíces del tango y las de la propia Argentina en las páginas de El círculo secreto (que publicará próximamente en Argentina Emecé), con los prólogos y textos con los que presentó muchas obras de sus amigos. A él pertenece este ensayo, transcripción de las palabras pronunciadas el 7 de octubre de 1969. Con este texto no acaban los hallazgos borgianos: la semana pasada se descubrían una carta y un poema escritos en alemán, dirigidos al poeta Kurt Heynicke desde el barco María Victoria en 1921, después de un viaje por Europa. Borges sigue vivo del otro lado del espejo.
Apenas unas palabras, unas palabras liminares. Quiero tomar este tema desde un poco lejos, ya que quiero señalar una paradoja. La paradoja, según se sabe, según solía recordar De Quincey, no es algo extravagante, no: es una verdad que puede parecer increíble. Y ahora vayamos a la paradoja que entraña el tango y más que el tango, la fama del tango, el casi mito del tango.
Vamos a recordar algo sobre este país en general. Pensemos en el territorio que es ahora nuestra querida patria; pensemos en la que fue acaso la más pobre, la más olvidada, la más despoblada de las regiones del vasto imperio español; pensemos que la conquista fue superficial: que había por lo menos en esta parte del Sur pocos indios y menos españoles. Es posible que muchos indios no se enteraran de la conquista. En cuanto a las ciudades, las que ahora son grandes ciudades, se ve que hablar de su fundación es una suerte de error, ya que fueron fundadas un poco al azar de las fatigas de las tropas. Y así tenemos a Buenos Aires, por ejemplo, que está casi al nivel del lento río, "del río inmóvil", como diría Mallea; así tenemos lo mismo con El Rosario; tenemos a Córdoba enclavada en una suerte de pozo. Y luego ocurre un hecho, un hecho que ya han señalado los historiadores: los conquistadores, además de difundir el imperio y la religión, so color de religión van a buscar plata y oro del encubierto tesoro, para repetir aquellos versos que Prescott usa como epígrafe en su Historia de la conquista del Perú.
Pues bien, tenemos un territorio de pobres llanuras, de llanuras cuya riqueza sería futura; tenemos unas pocas ciudades, no ciudades ilustres como Lima o México, sino ciudades pobres y un ambiente burgués, un ambiente en el cual, según he leído, los mismos virreyes no ostentaban sus títulos nobiliarios porque no había ambiente para ello. Y así tenemos nuestra época colonial, asaz pobre, y luego venturosamente para nosotros, las invasiones inglesas que rechazamos y que demostraron al pueblo de Buenos Aires su propia fuerza, ya que poco hicieron las autoridades. Fue Buenos Aires la que se defendió, y luego vendría la Revolución de Mayo, y luego aquel Congreso de 1816, en que tomamos la resolución de ser argentinos, es decir, de ser algo que todavía casi no tenía sentido.
Y luego viene la historia argentina, tan azarosa. Tenemos el hecho de que la guerra de la Independencia de esta parte de América (la del Norte es muy anterior), es obra en gran parte argentina, colombiana, venezolana. Y todo esto se hace por obra de unos cuantos señores y desde luego de los soldados, los soldados que no tendrían mayor conciencia de lo que era la patria ni de la empresa que habían acometido. Luego tenemos las guerras civiles y tenemos la guerra con el Brasil después de la victoria de la larga guerra contra los españoles; luego las guerras de la primera dictadura, luego la guerra del Paraguay y las guerras civiles, es decir, la guerra contra aquellos caudillos que habían tomado el lado de la barbarie y la guerra contra el indio.
Y más o menos hacia 1910, éramos quizá la primera república latinoamericana, y esto solemos olvidarlo. Pensamos que composiciones como la "Oda a la Argentina" de Rubén Darío, o las Odas seculares de Lugones fueron meros brindis, meras efusiones de brindis. Pero, realmente, yo que recuerdo aquellos años (aquellos años en que el cometa me parecía una parte de la iluminación del Centenario), sé que todo eso correspondió a un gran entusiasmo, como después, digamos, la revolución de 1955. Y en todos aquellos años habíamos hecho muchas cosas: habíamos hecho de este territorio perdido una gran república por obra ciertamente de la inmigración también, que ha hecho de nosotros un país que difiere de otros de este continente, por el hecho de ser un país de clase media y de población blanca, sin mucha población indígena y casi sin población africana, ya que los esclavos y los descendientes de los esclavos misteriosamente desaparecen.
Luego, juntamente con la revolución, nace un género literario peculiar: la poesía gauchesca, inaugurada por el montevideano Bartolomé Hidalgo, y que nos llega y que culmina, en la obra de Ascasubi, de Hernández, en Don Segundo Sombra también. Luego el modernismo que renueva las diversas literaturas, cuyo instrumento es la lengua española, y que surge de este lado del mar, ya que en contra de la geografía estábamos más cerca –y quizá aún lo estemos–, más cerca de Francia y de Edgar Allan Poe que de España. Y luego surge esta gran ciudad, Buenos Aires, y el hecho de que todos nos sentimos argentinos.
Aquí poco importa nuestra ascendencia. Yo sé por ejemplo, que uno de mis amigos más íntimos es Carlos Mastronardi, el gran poeta entrerriano Carlos Mastronardi, y creo que su madre y su padre son florentinos. Yo, que yo sepa (pero nadie puede estar seguro), no tengo sangre italiana; tengo sangre portuguesa, española, inglesa. Sé que otro gran amigo mío, Bioy Casares, es parcialmente de origen francés; sé lo mismo de Manuel Peyrou, del sur de Francia. Tengo amigos judíos, tengo amigos de distintas razas y eso no ha significado la menor grieta entre nosotros: lo importante es el hecho de que todos nos sentimos argentinos.
Pues bien, el modernismo, según nos recuerda Max Henríquez Ureña en su Breve historia del modernismo, tiene una de sus capitales en Buenos Aires, la otra es México. Y luego según Juan Ramón Jiménez me dijo y según pude comprobar históricamente, luego llega a España e inspira por ejemplo a dos grandes poetas: a los hermanos Manuel y Antonio Machado. Todo esto lo hacemos; sin embargo, todo esto de algún modo es secreto para el mundo, todo esto no interesa mayormente a la gente. Pero mientras tanto sucede otra cosa, otra cosa casi ignorada.
Yo he conversado con Saborido, autor de "La morocha", he conversado con Ernesto Poncio, autor de "Don Juan" y creo que de "El entrerriano"; he conversado con gente de la familia de Greco; he conversado con hombres que vivieron los orígenes del tango. Quiero recordar aquí a mi amigo don Nicolás Paredes, caudillo que fue de Palermo. Quiero recordar a un tío mío marino, Francisco Borges, que con unos amigos quiso bailar con corte y quebrada en un conventillo de la calle Las Heras. Ese conventillo se llamaba Los Cuatro Vientos, lo cual sugiere ya grandes patios y ventolina. Y los echaron, porque como dice Carriego en un poema: "La casa será todo lo que se quiera, pero decente". Quiere decir que el pueblo, entonces, no ignoraba el origen del tango. Ese origen es un origen híbrido. Después se ha hecho una leyenda, una especie de histoire d’un jeune homme pauvre de un baile orillero que es rechazado por la gente aristocrática y que finalmente el pueblo lo impone. Yo diría que ocurre exactamente lo contrario.
Me he ocupado alguna vez de la topografía del tango y he notado, sin mayor sorpresa, que cada uno lo llevaba a su barrio, cada uno creía que en su barrio había surgido el tango; lo cual es una prueba del amor de la gente, del amor que le sentimos. Hay un libro de Vicente Rossi, Cosas de negros, un libro que está incluido en la obra de la señora de Panti y de Tomás de Lara [El tema del tango en la literatura argentina] –del cual hay un fragmento, creo–, que nos lleva a una academia, a una casa de bailes públicos en la ciudad vieja de Montevideo, al sur, creo que por la calle Yerbal, la calle de las casas malas. He hablado con el doctor Bioy también, y con muchos otros. Naturalmente, si el interlocutor era rosarino, el tango era evidentemente del Rosario, del barrio cerca de la estación Rosario Norte; si era montevideano, correspondía a Montevideo; si era de Buenos Aires, correspondía no sólo a Buenos Aires sino a su barrio de Buenos Aires.
Pero todo esto, esta topografía, ¿qué puede importarnos ahora? Lo importante es este hecho curioso: el hecho de que mientras públicamente –contra la barbarie, contra el gaucho a veces, contra el indio– estamos fundando un gran país, también se está creando, se está urdiendo, está engendrándose en la sombra, algo que nos hará famosos en el mundo, y ese algo es el tango.
Y el tango sale, no del pueblo, no de la aristocracia, sino del ambiente mixto, creo yo, de ciertas casas "no santas", y creo que esto puede probarse por los instrumentos. Si el tango hubiera surgido del pueblo, su instrumento hubiera sido la guitarra. Yo de chico he oído tantas veces la guitarra en los almacenes, la guitarra muy mal tocada, pero frecuente; en cambio sabemos que los primeros instrumentos del tango fueron el piano, la flauta y el violín, al que se le agregaría después el bandoneón. Y nada de esto tiene que ver con el pueblo. Todo esto ya presupone ese ambiente en el que se codeaban el rufián y el niño bien, calavera.
Y recuerdo aquellos primeros tangos sin letra o con letra obscena, y recuerdo también haber visto bailar –estoy pensando en este momento en la esquina de Serrano y de Guatemala–, haber visto bailar el tango al compás del organito por parejas de hombres, de hombres porque las mujeres no querían participar en un baile cuyo origen conocían. Y recuerdo aquella sentencia acuñada por Lugones: "El tango, ese reptil de lupanar". Quiero admirar la precisión de la palabra "reptil" en que están las quebradas y los cortes, lo sinuoso del baile, y desde luego, el desdén que sentiría Lugones, cordobés, por un baile de origen –equívoco o no– más bien inequívoco, de Buenos Aires.
Y luego el tango crece, y ahora, como acaba de señalar Gancedo, todos nosotros, más allá del lugar del que vengamos, nos sentimos expresados en el tango, nos sentimos confesados en el tango. Desde luego hay diferencias de épocas: yo soy un señor ya de cierta edad, no en vano nací en 1899, y me siento confesado, o quisiera sentirme confesado –porque ya hay una suerte de nostalgia en todo esto–, en el tango milonga o lo que llaman "tango de la Guardia Vieja". Y aquí voy a volver a recordar a mi amigo Paredes, hombre de guitarra y cuchillo. Estábamos en un café de la calle Santa Fe y tocaron, creo que tocaron "Caminito". Entonces él lo oyó, con perplejidad, y dijo: "Todo esto estará muy bien, pero para mí es demasiado científico". De modo que no sé qué hubiera dicho de otras elocuciones, digamos, de la música, si ya ese música sencilla y campesina excedía sus escasísimos conocimientos de mal guitarrista y de buen payador. Es decir, para mí el tango sigue siendo todavía, por ejemplo, "El pollito", "El cuzquito", "Rodríguez Peña", "El choclo" y otros.
Quiero pensar en un amigo también. Quiero pensar en Sergio Piñero. Sergio Piñero publicó un artículo en una publicación a cuya redacción no pertenecí, aunque alguna vez me publicaron un poema. Me refiero a "Martín Fierro". Y ahí él se quejó de que el tango estuviera ablandándose, de que el tango hubiera perdido lo que tenía de la milonga, es decir, esa suerte de coraje florido. Todo eso después ha ido ablandándose. Luego el tango fue llevado a París –creo que entre otras personas por Ricardo Güiraldes–, y volvió adecentado, triste y lento y sentimental. Y últimamente, alguien que no parece haber escuchado "El cuzquito" o "Rodríguez Peña" o "El choclo" ha dicho: "El tango es un pensamiento triste que se baila". Y yo querría oponer tímidamente, tímidamente porque ciertamente mis conocimientos de música y de baile se confunden con la nada absoluta, querría oponer unas tímidas objeciones. En primer término, no creo que la música siendo un arte proceda de un "pensamiento"; yo diría, de una emoción; luego "triste", ¿por qué triste?, habrá tangos tristes, pero para mí el tango es todavía una expresión de valentía, de alegría, de coraje (es verdad que estoy pensando en el tango milonga y no en el tango canción); y luego, "que se baila", me parece algo agregado, porque si yo voy caminando por la calle y veo que alguien silba, reconozco inmediatamente el tango. Ese tango puede gustarme o no, pero hay algo en mi cuerpo, hay algo en mi cuerpo no sólo de porteño sino de argentino que lo reconoce inmediatamente. El hecho es que ese baile rechazado al principio por el pueblo, es admitido luego, porque se sabe que ha sido admitido en París. Nosotros juzgamos muchas veces las cosas según el juicio ajeno, lo cual desde luego es una forma de humildad y de modestia, que no debemos censurar.
Pues bien, el tango de algún modo sigue, como acaba de decir Gancedo, misteriosamente representándonos: algunos pueden gustarnos, otros no. Podemos preferir el tango sentimental; yo prefiero el tango valeroso. Podemos preferir también esos juegos musicales que se llaman tango y que yo no reconozco del todo (la verdad es que soy un señor ya viejo, según he dicho), pero el tango sigue representándonos; es decir, algunos calaveras, algunos canallas ¡por qué no decirlo!, y algunos buenos músicos ciertamente hicieron, quizá por lo que se llamaba "el barrio tenebroso", de Junín y Lavalle, algo que ahora no sólo ha hecho famoso el nombre argentino –¡qué importa la fama!, absolutamente nada–, sino algo que nos expresa a todos. ¡Y hay tantos testimonios sobre el tango! Creo que todos ellos están reunidos en este libro.
Jorge LUIS BORGES
Son muy escasos los manuscritos de Jorge Luis Borges que se han conservado. En este, no fechado y conservado en la biblioteca de la Universidad norteamericana de Notre Dame (Indiana), Borges dibujó una pareja de bailarines de tango y anotó estas líneas: "El tango es prostibulario. De ello no tengo dudas. Pero la certeza no me acompaña si se trata de ubicar la cuna del mismo. Para Ernesto Poncio, es la recova del Retiro, claro está, en los prostíbulos; los del Sur creen que es en la calle Chile, y los del Norte sostienen que es en la calle del Temple, ambas golferas. En todo caso es indiscutible que nace entre 1880 y 1890". El manuscrito incluye, además de la firma de Borges, estas dos "Coplas": "Barracas al Sur/Barracas al Norte/a mí me gusta/bailar con corte"; "Mañana por la mañana/me voy a las Cinco Esquinas/a tomarme un mate amargo/de la mano de mi china".
(Valverde-León-Quiroga)
Para mis manos tumbagas,
para mis caprichos monedas.
Y para mi cuerpo lucirlo mantones bordados,
vestidos de seda.
La luna que llovía, la luna que me da.
Que para eso mi payo ha visto
más parnés que tiene un sultán.
Envidio tu suerte,
me dicen algunas al verme lucir.
Y no se desplome la envidia que ellas me causan a mí.
María de la O, que desgraciadita
gitana tu eres teniéndolo todo.
Te quieres reír y hasta los ojitos
los tienes morados de tanto sufrir.
Maldito parné que por su culpita
dejaste a la gitana que fue tu querer.
Castigo de Dios, castigo de Dios.
Es la crucecita que llevas a cuestas María de la O.
Para su sed fui el agua,
para su frío candela.
Y para su Cristo Gitano, un cielo de amores
con luna y estrellas.
Querer como aquel nuestro, no hay en el mundo dos.
Maldito dinero que así de su vera a mí me apartó.
Serás mas que reina
me dijo a mí el payo y yo lo creí.
Mi vida y mi oro daría yo ahora por ser lo que fuí.
María de la O, que desgraciadita
gitana tu eres teniéndolo todo.
Te quieres reír y hasta los ojitos
los tienes morados de tanto sufrir.
Maldito parné que por su culpita
dejaste a la gitana que fue tu querer.
Castigo de Dios, castigo de Dios.
Es la crucecita que llevas a cuestas María de la O.
Quintero-León-Quiroga
¿Por qué se viste de negro, ay de negro
si no se le ha muerto nadie?
¿Por qué está siempre encerrada, ay por qué
como la que está en la cárcel?
Porque no tiene familia
ni perrito que la ladre
ni flores que la diviertan
ni risas que la acompañen.
Del porqué de este porqué
quiere la gente enterarse,
cuatro suspiros se escapan
y no los entiende nadie
y no los entiende nadie.
Yo soy la otra, la otra
y a nada tengo derecho
porque no llevo un anillo
con una fecha por dentro,
no tengo ley que me ampare
ni puerta donde llamar
y me alimento a escondidas
con tus besos y tu pan.
Con tal que vivas tranquilo
qué importa que yo me muera,
te quiero siendo la otra
como la que más te quiera.
(León - Valerio – Quiroga)
La Parrala,
dicen que era de Moguer,
otros asegura que fue de La Palma,
pero nadie pudo de fijo saber
de dónde sería Trini la Parrala.
Las malas lenguas decían
que las claritas del día
siempre la daban bebiendo,
pero ninguno sabía
el porqué de la agonía
que la estaba consumiendo.
Unos decían que sí,
otros decían que no,
y para dar más que decir
la Parrala así cantó:
Que sí, que sí, que sí, que sí,
que a la Parrala le gusta el vino;
que no, que no, que no, que no,
ni el aguardiente ni el marrasquino.
Que sí, que sí, que sí, que sí,
que si no bebe no puede cantar,
que no, que no, que no, que no,
que sólo bebe para olvidar.
¿Quién me
compra este misterio?
Adivina adivinanza;
¿Por quién llora, por quién bebe,
por quién sufre la Parrala?
Dos hombres
riñeron una madrugada
dentro del colmado
donde ella cantaba,
y el que cayo herido dijo al expirar:
"Por tu culpa ha sido,
Trini la Parrala".
Los jueces al
otro día
a la Trini preguntaban
si a aquel hombre conocía,
y la Trini contestaba:
"Yo no lo he visto en mi vida
ni sé por qué lo mataban".
Unos decían
que sí,
otros decían que no,
y pa dar más que decir
la Parrala así cantó:
Que sí, que sí, que sí, que sí,
que la Parrala tiene un amante;
que no, que no, que no, que no,
que ella no quiere más que a su cante.
Que sí, que sí, que sí, que sí,
que si no bebe no puede cantar,
que no, que no, que no, que no,
que sólo bebe para olvidar.
¿Quién me
compra este misterio?
Adivina adivinanza;
¿Por quién llora, por quién bebe,
por quién sufre la Parrala?
MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO
(Federico García Lorca, Romancero Gitano)
Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrella clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir,
-Antonio Torres Heredia.
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
.
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
-Mis cuatro primos Heredias
Hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
-¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
-¡Ay Federico García,
llama a la guardia civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.
tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.
Quintero-León-Quiroga
En en café
de Levante entre palmas y alegrías,
cantaba la Zarzamora;
se lo pusieron de mote porque dicen que tenía
los ojos como las moras.
Le hablo primero a un tratante, y olé,
y luego fue de un Marqués
que la lleno de brillantes, y olé,
de la cabeza a los pies.
Decía la gente que si era de hielo,
que si de los hombres se estaba burlando,
hasta que una noche, con rabia de celos,
a la Zarzamora pillaron llorando.
¿Qué tiene
la Zarzamora
que a todas horas
llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía
y presumía de que partía los corazones?
De un querer hizo la prueba
y un cariño conoció
que la trae y que la lleva
por la calle del dolor.
Los flamencos del colmado
la vigilan a deshora
porque se han empestillado
en saber del querer desgraciado
que embrujó a la Zarzamora.
Cuando
sonaban las doce una copla de agonía
lloraba la Zarzamora,
mas nadie daba razones ni el intríngulis sabía
de aquella pena traidora.
Pero una noche al levante, y olé,
fue a buscarla una mujer;
cuando la tuvo delante, y olé,
se dijeron no sé qué.
De aquello que hablaron ninguno ha sabido
mas la Zarzamora lo dijo llorando
en una coplilla que pronto ha corrido
y que ya la gente la va publicando.
Lleva
anillo de casado,
me vinieron a decir,
pero ya lo había besado
y era tarde para mí.
Que publiquen mi pecado
y el pesar que me devora
y que todos me den de lado
al saber del querer desgraciado
que embrujó a la Zarzamora.
(León, Ochaíta, Quiroga)
1944
En Cádiz tiene la Bizcocha
un café de marineros,
y en el café hay una niña
coló de lirio moreno.
Lirio la llaman por nombre
y ese nombre bien le está,
por un cariño cariño
tiene las ojeras morás.
Y de Cádiz a Almería,
con voz ronca de aguardiente,
canta la marinería:
La Lirio, la Lirio tiene,
tiene una pena la Lirio,
y se le han puesto las sienes
moraítas de martirio.
Se dice si es por un hombre,
se dice que si es por dos,
pero la verdad del cuento,
¡Ay señor de los tormentos!,
la saben la Lirio y Dios.
A la mar marea, y a la Virgen, cirio,
y para duquitas, ¡mare de mi arma!,
para duquitas negras,
las que tiene la Lirio.
Un hombre vino de Cuba
que a la Bizcocha ha pagado
cincuenta monedas de oro
por aquel lirio moreno.
Que fue con un bebedizo
de menta y ajonjolí,
que fue una noche de luna,
que fue una tarde de Abril.
Y de Cádiz a Almería
canta el novio de la Lirio
con una voz dolorida:
La Lirio, la Lirio tiene,
tiene una pena la Lirio,
y se le han puesto las sienes
moraítas de martirio.
Se dice si es por un hombre,
se dice que si es por dos,
pero la verdad del cuento,
¡Ay señor de los tormentos!,
la saben la Lirio y Dios.
A la mar marea, y a la Virgen, cirio,
y para duquitas, ¡mare de mi arma!,
para duquitas negras,
las que tiene la Lirio.
(León-Valverde-Quiroga)
Es Maricruz la mocita
la más bonita
del barrio de Santa Cruz,
el viejo barrio judío,
rosal florido, clavado
en su rosal de luz.
Y desde la Macarena
la vienen a contemplar,
pues su carita morena
hace a los hombres soñar.
Y una noche de luna
el silencio rompió
la guitarra moruna
y una voz que cantó:
Ay, Maricruz, Maricruz,
maravilla de mujer,
del barrio de Santa Cruz
eres un rojo clavel.
Mi vida sólo eres tú
y por jurarte yo eso
me diste en la boca un beso
que aún me quema,
Maricruz. Ay, Maricruz, ay, ay, Maricruz.
Fue como pluma en el viento
su juramento
y a su querer traicionó,
de aquellos brazos amantes
huyó una tarde
y a muchos después se entregó.
Señoritos con dinero
la lograron sin tardar
y aquel su cuerpo hechicero
hizo a los hombres pecar.
Pero sólo hubo un hombre
que con pena lloró
recordando su nombre
esta copla cantó:
Ay, Maricruz, Maricruz,
maravilla de mujer,
del barrio de Santa Cruz
eres un rojo clavel.
Mi vida sólo eres tú
y por jurarte yo eso
me diste en la boca un beso
que aún me quema,
Maricruz. Ay, Maricruz, ay, ay, Maricruz.
TRINIA
(Valverde-León-Quiroga)
Triniá, mi
Triniá,
la de la Puerta Real;
carita de Nazarena,
con la Virgen Macarena
yo te tengo comparada;
y algo tu vía envenena.
¿Qué tienes en la mirada
que no me pareces buena,
Triniá, mi Trini, Ay...
Mi Triniá?
El Museo
sevillano un mal día visitó
un banquero americano que de Trini se prendó,
y con el brillo de los diamantes
la sevillana quedó cegada,
y entre los brazos de aquel amante
huyó de España la Triniá.
Y ante aquel cuadro no acabado
así decía el pintor:
Tú mes has hecho desgraciado;
sin ti ¡qué voy a hacer yo!
Triniá, mi
Triniá,
la de la Puerta Real;
carita de Nazarena,
con la Virgen Macarena
yo te tengo comparada;
y algo tu vía envenena.
¿Qué tienes en la mirada
que no me pareces buena,
Triniá, mi Trini, Ay...
Mi
Triniá?
(Vega-Oropesa-Carmona)
Ay, de Cádiz
para Chiclana camino sembrado de flores
me encontré a una Chiclanera que me daba mal de amores,
Chiclanera, yo que también he sufrido por no ser querido
estoy a tu vera,
para calmar tus dolores
aquí me tienes rendido y ese amor que se te muere,
para mí vuelve a vivir, Chiclanera
porque estoy arrepentido y to el mundo es mio
teniéndote a ti.
Supliqué a mi
Chiclanera que tuviera compasión
y me contestó altanera que no tenía perdón,
por su amor fui peregrino y por los caminos de mi gran dolor,
los zarzales que me hirieron al final me dieron su más bella flor.
Ay, de Cádiz
para Chiclana camino sembrado de flores
me encontré a una Chiclanera que me daba mal de amores,
Chiclanera, yo que también he sufrido por no ser querido
estoy a tu vera,
para calmar tus dolores
aquí me tienes rendido y ese amor que se te muere,
para mí vuelve a vivir, Chiclanera
porque estoy arrepentido y to el mundo es mio
teniéndote a ti.